"Parece que con la cuarentena se le ha dado más valor a la vida en el pueblo"

Jose, vendedor ambulante de alimentación, se ha encontrado muchas anécdotas en las rutas del Bierzo : clientes con traje de buzo o billetes desteñidos por el desinfectante

D.M.
01/06/2020
 Actualizado a 01/06/2020
Jose, con su tienda-furgoneta, atiende a sus clientes en la ruta del valle del Sil. | D.M.
Jose, con su tienda-furgoneta, atiende a sus clientes en la ruta del valle del Sil. | D.M.
El suministro de alimentos y productos de primera necesidad fue uno de los pocos sectores que durante las fases más duras del confinamiento y el estado de alarma, se manteníana pleno rendimiento.

En los pueblos donde no hay supermercados ni tiendas de alimentación, los vendedores ambulantes se han estado encargando de la imprescindible misión de acercar a las familias del medio rural todo lo necesario para el día a día, como llevan haciendo años y años. Ha sido una temporada de un poco más de trabajo y volumen de ventas, porque muchos clientes, que a veces compaginan las compras en sus furgonetas con los desplazamientos a supermercados en pueblos más grandes de su entorno, han preferido no salir a comprarfuera del pueblo en todas estas semanas.

José Manuel FernándezLópez, Jose, es uno de estos vendedores que lleva 16 años recorriendo desde Villafranca, las carreteras del Bierzo y su entorno, el valle del Sil, Los Ancares, La Cabrera, los pueblos entre Astorga y La Bañeza, y algunas rutas de Galicia. Los últimos como autónomo, con su marca Casa Mar, distribuyendo productos envasados, congelados, de despensa, de higiene y fruta y verdura fresca. En estas semanas afirma que «no he parado de trabajar», encontrándose, muchas curiosidades propias de la pandemia en cada pueblo recorrido. «He visto mucho miedo en algunos sitios y mucha despreocupación por otros.Gente que ni salía de casa, te decía que dejaras la compra en la puerta o en la ventana, por ejemplo y desinfectaba todos los paquetes».Respecto a la protección individual «de todo, desde gente en pueblos de Galicia que parece que no va con ellos la pandemia» y no usan mascarillas casi nunca cuando él los ve, «hasta una chica en Castroquilame que salía vestida contraje de protección de buzo de arriba abajo».

Una de las anécdotas más llamativas de las rutas de la cuarentena fue una clienta que «desinfectaba todo el dinero y un día se le destiñó un billete al echarle tanto desinfectante. El billete valió, me lo cambiaron en el banco, sin problema», pero anécdotas como esta dan fe que en muchos lugares sí hay personas muy pendientes de todos los consejos de higiene y distanciamiento. Él consciente de su contacto con tanta gente, se sometió a las pruebas de detección del coronavirus, en las que dio negativo, perolleva dos meses trabajando con guantes y mascarilla y con más distanciamiento de sus clientes del habitual.

No me cabía el papel higiénico y las botellas de lejía que me encargaban en la furgonetaSobre los hábitos alimenticios y de consumo, Jose no ha detectado grandes cambios, un poco más de venta por el hecho anteriormente mencionado de que muchos clientes no salían de los pueblo a comprar a las tiendas. Y, eso sí ,la llamativa cuestión en la que pueblos y ciudades se equipararon al iniciarse la pandemia. «Lo del papel higiénico fue una locura. No me cabían los paquetes en la furgoneta de tantos encargos.Y botellas de lejíayo que sé cuántas llevaría».

Lo más triste de estos meses ha sido conocer que algunas personas de los pueblos que recorren han fallecido por la pandemia. «A muchos igual les parecía que esto era cosa de la ciudades, lo que veían por la tele, pero también llegó a los pueblos, vaya si llegó» apunta recordando una matrimonio mayor de Berlanga del Bierzo, que fallecieron ambos con unos días de diferencia, contagiados con coronavirus.

La esperanza, para su sector, es que este periodo de cuarentena «parece haber puesto en valor la vida enlos pueblos para mucha gente, los que tienen en el pueblo una casa con algo de terreno o un patio o un corral…, los que pueden arreglarla para pasar la jubilación», algo con mucha más importancia ahora tras comprobar como una cuarentena en el pueblo puede ser un poco más amable y relajada que en un piso en una ciudad.

Mientas observa día a día la evolución, continúa con su furgoneta haciendo las rutas de siempre, distribuyendo lo necesario, trabajando sin parar y esperando que la pandemia pase y que la nueva normalidad signifique también cierto resurgir para el medio rural del Bierzo.
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