22/10/2020
 Actualizado a 22/10/2020
Guardar
Ni ‘La isla de las tentaciones’ ni Claudio el de Corcos, a.k.a. ‘El dandy de Barcelona’. Esta semana ha sido un vídeo sobre el precio de las mascarillas en Portugal el que más me ha sonrojado: un español compra cajas de veinte mascarillas a 1,74 euros en el país vecino.

Llevamos más de siete meses haciéndonos a ellas y, pese a las últimas buenas intenciones, su IVA continúa en el 21%. Al parecer, como el bolsillo del contribuyente y como su salud, las mascarillas no son de primera necesidad para el Gobierno. Aquí, los portugueses nos han vuelto a pintar la cara. Y van unas cuantas.

En plena pandemia, mientras en España una parte de la oposición se hacía ‘selfies’ tristones frente al espejo y la otra alentaba ‘manifas’, el ‘Casado’ luso ofrecía apoyo incondicional al Gobierno por lo excepcional de la situación: «su suerte será la nuestra». Vale que Sánchez tiene de António Costa lo que yo de sexador de pollos, pero la lección de patriotismo ahí queda. Como la que nuestros vecinos exigieron a sus bancos. Todos deben tener beneficio cero en 2020 y en 2021. Un momento ideal para «devolver» a los portugueses el rescate a la banca de la anterior crisis ¿Aquí? Desvergüenza para Rato, la faraónica estafa de Bankia salía ilesa de los tribunales.

La pandemia lleva rotos muchos estereotipos: profesiones de segunda que se convirtieron en esenciales, pueblos que pasaron de ser vertederos de fracasados a paraísos de calidad de vida... También el de nuestros prejuicios hacia los portugueses. Esos a los que a menudo miramos por encima del hombro y que siempre terminan por sacarnos los colores.

En estos días, la segunda ola azota también con fuerza a Portugal, uno de los países que mejor gestionó la primera. Por lo pronto, ya tienen activada la ‘situação de calamidade’, algo así como un mecanismo intermedio a nuestro estado de alarma que nos vendría diecesiete veces de perlas en el actual sindiós normativo.

Ojalá nosotros también pudiéramos decir eso de que «su suerte será la nuestra», pero mucho me temo que de nuevo nos quedaremos con cierta envidia de nuestros vecinos ibéricos. A ellos, solo queda que decirles ‘obrigado’ por el ejemplo y ‘parabéns’ por la gestión.
Lo más leído