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‘Para ser escritor’

23/06/2020
 Actualizado a 23/06/2020
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Hoy quiero hablar de ‘Para ser escritor’, un libro de 1934 de Dorothea Brande. La edición que he leído, de 2015, recoge cuatro prólogos.

Marta Sanz, en ‘Un manual vintage para escritores’, señala que «todos somos capaces de perfeccionar nuestras habilidades gracias a ciertas medidas de control paradójicamente destinadas a la liberación y la máxima rentabilización de las potencias del inconsciente» y que «el encanto de este libro» reside en que la autora se atreve a formular en voz alta esas grandes preguntas de la vida a las que hay que dar respuesta.

Malcolm Bradbury destaca «que si una situación ha atrapado tu atención (…) es que tiene significado para ti, y si puedes descubrir cuál es el significado, ya tienes la base de una historia».

John Braine dice: «Dorothea Brande me enseñó cómo volver a unirlos (los dos lados: el emocional e instintivo y el intelectual y racional) y lo que lo consiguió en primer lugar fue seguir su consejo de levantarme media hora antes de la hora habitual y ponerme a escribir inmediatamente. Funciona: los fluidos se empiezan a mover. Voy a hacer esto todas las mañanas».

John Gardner: «El objetivo de Brande es acallar los fantasmas; a través de consejos específicos y ejercicio dirige al escritor hacia el contacto cercano con su inconsciente, ayuda al escritor a desarrollar hábitos saludables, y guía al escritor hacia la liberación de toda clase de bloqueo creativo».

Este libro, que versa sobre el proceso creativo y la magia del escritor, nos recuerda que existe un procedimiento que muchos escritores han descubierto por una feliz coincidencia o que han ido desarrollando poco a poco. Este procedimiento puede, en parte, enseñarse. Pero para acercarse a él hay que dar un rodeo y comenzar por «las cuatro dificultades: la dificultad de ponerse a escribir; el autor de un solo libro; el escritor ocasional y el escritor desigual». Lo bueno es que, según ella, es posible entrenar los dos lados del escritor (sensibilidad a flor de piel, espontaneidad, inocencia en la mirada, por una parte y su lado artesano, de trabajador y de crítico más que de artista, por otra) para que trabajen en armonía; y el primer paso de esa educación es comprender «que has de aprender no como si fueras una persona, sino dos»: las ventajas de la duplicidad. Y, para empezar, «tienes que enseñar al inconsciente a que fluya hacia el canal de la escritura». Sugerente ¿no les parece?
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