Para qué sirven los charcos

13/12/2017
 Actualizado a 12/09/2019
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El señor Manolo, con la sabiduría que le dan 96 años viendo correr la vida y la buena panorámica que le ofrece seguir conduciendo el tractor que recoge el pan y ara la huerta, se echaba las manos a la cabeza ante una decisión que podía producirse en su pueblo de Torneros, tal vez fruto de la inexperiencia de las nuevas generaciones: «Dicen que van a dejar sin agua la presa, pero ¿quién no sabe que el agua es la vida?».

Lo sabe él. Lo sabe su gente. Lo sabe su generación. Lo saben quienes arrancaron la vida al secarral y después de llegar el agua llegó otra vida, arrancada también pero otra vida.

Mauri, desde la distancia que siempre le da estar detrás de una máquina que dispara, asentía ante las palabras sabias del señor Manolo. Si lo sabrá él que nada más que ve una gota de agua ya va buscando un ángulo nuevo, una imagen diferente, una foto suya, un juego de espejos sin espejos... Mira la de hoy. Al disparar seguro que se acordaba de las sentencias del paisano.

Responde la fotografía, además, a una de las preguntas más viejas de la humanidad: ‘Para qué sirven los charcos’. Ahí lo tienes, ya sabes para qué sirven.

Y si no lo sabías, hay un viejo libro de un leonés de Zamora que tomó las reflexiones en Soria que también lleva este título, se llama Tomás Sánchez Santiago, y es maestro, eso tan difícil de ser en cualquier tiempo y casi imposible en el que nos ha tocado vivir.

Ofrece este libro soluciones más allá de pisarlos, alguna se me antoja imprescindible en estos días de zozobra y rateros:«Nunca me ha importado demasiado fregar porque es otra manera de estar de espaldas al mundo».

Os dejo. Marcho a fregar.
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