Para pecados veniales

22/05/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Llegaban las confesiones por Semana Santa y había colas en los dos confesionarios de las iglesias de los pueblos y, ante la emergencia, con una silla para el cura, un reclinatorio para el pecador y una celosía en medio se improvisaban confesionarios en el exterior de la iglesia;así lo captó Cristina García Rodero en una de esas fotos que la hicieron única.

Pasaron los tiempos. Ya no hay colas. Los confesionarios de nuestros pueblos tienen menos ocupación que el diccionario de María Moliner en casa de Belén Esteban, un día los juntaron para barnizarlos y allí quedaron porque no se iban a usar los dos a la vez.

– ¿No hay pecados?

– Ahí no me meto.

Un día al inolvidable don Santos se le olvidó confesar y a la hora de la comunión las feligresas –por encima de los 80 en general– no se acercaban a comulgar. Les preguntó extrañado.

– No nos ha confesado, se le olvidó esta semana.

– A comulgar, que de vuestros pecados respondo yo.

Mira la imagen de nuestro García Rodero particular, Mauri.

– ¿Qué no corresponde a la imagen?

La silla, claro. Deberían ‘los penitentes’ arrodillarse en la madera del confesionario, pero ya no están para esos esfuerzos, bien se han ganado la comodidad de la silla; que de sus pecados, respondo yo.
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