"Para mi sorpresa viene mucha gente en pijama"

El pan como elemento básico de nuestra alimentación y la repostería como aliciente capaz de endulzarnos la vida han contribuido a que llevemos un poco mejor este largo confinamiento cuya etapa más dura parece que está llegando a su fin.  Ambos están muy presentes en el establecimiento Rey Dulce-Panochas ubicado en el número 37 de la Avenida de San Mamés, cuya dependienta, Carmen Beraza, ha vivido ‘in situ’ una anómala situación que ha ido evolucionando a mejor con el transcurso de los días. «Seguimos vendiendo más o menos lo mismo; es verdad que en esta zona suele haber mucho estudiante que ahora no está. Por el contrario, hay gente que no trabaja, que antes no veías y que ahora es la que viene a comprar», sostiene Beraza, para quien después de la paranoia de los primeros días tras la declaración del estado de alarma, donde la gente se agolpaba en los supermercados para aprovisionarse de todo con el objetivo de no tener que salir de sus casas durante un tiempo, la situación se ha ido normalizando y ahora se compra más en las tiendas del barrio. «Antes había mucho miedo, pero desde hace quince días para acá la gente se ha tranquilizado, algo que también me ha ocurrido a mí desde que tengo las pantallas de protección en el mostrador y la mía personal», reconoce.  

Carmen Beraza cree que la gente empieza a tomar conciencia de la necesidad del distanciamiento social para no contagiar y no contagiarse, aunque, matiza, «a día de hoy todavía hay gente a la que le cuesta entender que sólo puede haber una persona en el interior de la tienda y que el resto debe aguardar su turno fuera de ella. Que no se trata de mi protección sino de la protección de los propios clientes», argumenta Beraza, que a la hora de valorar las medidas de protección que toman los clientes que se acercan a Rey Dulce-Panochas está viendo de todo. «Acude gente mayor muy desprotegida, no sé si porque vive sola, no está debidamente informada o no es capaz de adquirir los guantes o las mascarillas, y también, para mi sorpresa, viene mucha gente en pijama», sonríe la dependienta de Rey Dulce-Panochas de San Mamés. «De hecho hay un señor que viene a comprar casi todos los días con el pijama, la bata y las zapatillas de andar por casa».

El establecimiento abre a diario, de 09:00 a 15:00 horas, siendo la gente de más edad la que acude a primera hora mientras que los más jóvenes esperan al mediodía para hacer acto de presencia. La gente, en la situación de confinamiento que vive, se da sus caprichos y ello se traduce en un notable aumento en la compra de productos de repostería. «Sí lo hacen, cosa de la que me alegro porque está siendo vital para el negocio», asevera Beraza.

Preguntada cómo ha cambiado la relación con el cliente, Carmen Beraza explica que ya no hay tiempo para las charlas que antes eran habituales. También alude al tema de la seguridad, pues asegura que algunas tiendas del barrio han sufrido robos. «En este sentido no he notado que estemos más protegidos, esa preocupación sí que existe. A nosotros nos robaron recientemente en la tienda de la Avenida de Mariano Andrés. Yo creo que es una cosa que va a empezar a suceder».

Carmen Beraza cree que esta situación de ‘anormalidad’ se va a prolongar en el tiempo y que el verano tal vez nos dé un respiro pero que el virus ha llegado para quedarse y vamos a tener que acostumbrarnos a convivir con él. «Me imagino que las pantallas serán lo último que quitemos de la tienda, sobre todo porque a partir de la segunda quincena de mayo se prevé una mayor presencia de la gente en las calles», concluye la trabajadora de Panochas.