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Papel, sobre y sello

25/04/2022
 Actualizado a 25/04/2022
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Mujer, ama de casa, de unos setenta y cinco años más o menos, se dirige a una papelería de la provincia de las de toda la vida y pide un papel de tipo folio, un sobre clásico tamaño postal y un sello para franqueo nacional. Fue hace unos días, cuando ya no era preceptivo el uso de mascarilla en el interior de los comercios –detalle a tener en cuenta para ver mejor la cara de los chavales– aunque la clienta sí que la llevaba puesta.

En la tienda, dos muchachos y una chavala de unos quince que esperaban por un encargo que le estaban terminando de encuadernar en el taller cuchicheaban sin timidez alguna acerca de la petición de la señora, que bien podría ser la abuela de alguno de los tres.

De hecho, la mujer, en su entrañable papel de abuela no ocultó que el papel era para mandar por correo a una conocida marca de café soluble unas etiquetas en busca del más que deseado sueldo para toda la vida. Aunque matizó que no era para ella, que ya tenía «la carrera hecha», sino para su nieta María que terminó en la universidad hace unos años pero no acaba de tener un trabajo fijo.

Afortunadamente no son todos y hay honrosas excepciones, pero usted sabe como yo que muchos críos de ahora son irreverentes y groseros porque sus padres los hicieron así. Además de ignorantes porque es lo que el sistema quiere para las futuras generaciones porque así los rebaños se dominan mucho mejor.

Y tal era el caso de los chavales que estaban en la papelería el jueves, que sin ningún decoro empezaron a reírse de la señora por ir a buscar papel, sobre y sello en vez de «mandarlo por email» como proponía uno «o con la app del móvil» que apuntaba el otro sin pensar por un momento que aquella señora podría ser su abuela tentando a la suerte en busca de un mejor futuro para él.

Un futuro que para parte de esta generación pinta bastante negro porque además de la que se avecina, no se puede ir por el mundo sin saber qué es un folio, un sobre y un sello para echar una carta al buzón amarillo por mucho que su uso haya caído en picado y a pesar de los cientos de visitas que Correos organiza con los colegios para que la arroba no acabe con la estampilla de franqueo.
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