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Papel de estraza

06/04/2019
 Actualizado a 19/09/2019
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Seguro que no lo vimos venir? ¿Estamos convencidos de que cuando llegó una superficie de bricolaje al centro comercial de Ponferrada, cuando poco más tarde y poco más allá se asentó un gran complejo especializado en la materia, no vimos llegar el cierre? Hoy lamentamos la clausura de Bricoking con sus correspondientes 12 empleos. Nos causa espanto, y no es para menos, que los grandes emporios de la distribución hagan desaparecer a las compañías de tamaño medio. Es ley de vida, ya lo saben, lo de la cadena trófica, lo del pez grande y sus apetitos, pero también es necesario asumir que esta es una visión sesgada de la realidad, porque, al igual que nos llevamos las manos a la cabeza por el cierre de un establecimiento como Bricoking, nadie ha levantado un dedo ni lo va a levantar cuando eche la trapa el ferretero de la esquina, primera víctima y eslabón más débil de una cadena de distribución que se muestra voraz desde que se convirtió a la globalización. ¿Qué ha sido de ese señor de bata azul que despachaba tuercas al peso (o más exactamente, a ojo) a sus clientes, chapucillas de toda la vida? Desde que el papel de envolver fue sustituido por el blister, todos nos dejamos hechizar por las incontables, las indiscutibles, las irresistibles ventajas de un sistema de venta que ofrece cuatro tornillos en un envoltorio de plástico rígido al mismo precio que antes nos ofrecían el doble de tornillos, aunque servidos a mano y envueltos en un pedazo de papel de estraza rematado con una minúscula cinta adhesiva, un paquetito mucho más ecológico y adaptable al bolsillo de cualquier ciudadano. Es el precio que hay que pagar por la economía global. Nos dirán que con la llegada de las grandes superficies multinacionales se genera mucho empleo, pero eso solo será un espejismo que durará hasta que estas superficies sean desplazadas por la pujante venta 'online' y nos encontremos con que se acabó el empleo en la ferretería del barrio, se acabó en la mediana superficie, se acabó en la gran superficie y nuestras necesidades de escarpias y clavos se satisfagan mediante obedientes drones que no se sindican ni muestran signos visibles de cansancio. Nos la han dado con queso y nos la hemos comido con patatas.
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