El ojo avizor de nuestro Bruno Marcos descubrió en la manifestación (no hacen falta más explicaciones) a un joven hombre anuncio, un veinteañero heredero del gran Ataúlfo, pero con un lema diferente: «Fuera masones de las instituciones». Por cierto, si hubiera leído las pancartas completas de Ataúlfo habría rematado el lema con un «¡YA!».
Lo curioso del personaje es que cuando Bruno le preguntó por tan singular lema, si pertenecía a algún colectivo antimasón o algo que justificara su pancarta, solo le dijo: «Yo soy un ignorante».
Desconcertante. Tal vez le gustó la palabra, la verdad es que «masón» da juego para una pancarta, rima bien, hace lema... ya pedirle que además sepa los motivos por los que la usa igual es avanzar demasiado deprisa.
En otra bandeja bien diferente podríamos colocar la protagonista de la pancarta: «libertad».
Siempre queda bien libertad. Y justicia.
Siempre es apropiada, cualquier cosa que reivindiques es que no has sido libre para tenerla o, lo que es más frecuente, te la han robado, por ejemplo la libertad de elegir.
Y tiene otro privilegio, tienen tanta fuerza estas tres sílabas que ningún tonto se atreverá a llamarte paleto por sacarla del desván.
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