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Pájaro del Noroeste

02/10/2020
 Actualizado a 02/10/2020
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«Todo empezó el día de la última vendimia. Eso sentí: un dolor en el pecho». Así arranca ‘Pájaro del Noroeste’. No sé si es un buen arranque. Lo que sí sé es que los arranques de las novelas te dan el tono de todo, absolutamente todo, lo que vendrá después. Y mi novela arranca con una vendimia. Así empezó todo, mi novela y la idea de mi novela. Con las vendimias. Con las uvas explotando en las cepas. Con las espaldas quebradas entre los líneos. Por eso está bien que mi novela se publique justo ahora, justo en torno al Pilar, por las vendimias de mi tierra.

Está bien que mi novela se publique ahora, justo en la vendimia. Que se cierre el círculo justo ahora: idea, escritura, correcciones –una y otra vez–, reescritura, correcciones, publicación. Escribirla me llevó más de cuatro años. En ese tiempo me quedé sin trabajo, hice una inmersión en el mundo del vino y perdí a mi padre. Mi padre fue siempre la inspiración de esta novela, el que me ataba a la tierra. Cuando murió, la historia se apagó durante meses hasta que logré volver a encontrar el hilo.

Escribir ‘Pájaro del Noroeste’ fue un proceso muy largo y retorcido. Muy duro. Porque en esta novela hay mucho de mí misma, aunque los personajes no existan. De mi infancia rural. De lo que escuchaba a mi padre sobre las viñas y sobre la uva prieto picudo. De los recuerdos de mi bisabuelastra, que vivía en una vieja casa llena de gatos junto a la nuestra. De la tragedia de las drogas que golpeó a tantos pueblos del Noroeste a finales de los años 80; y de su rastro. De mi amor por los pájaros y los campos.

Escribir ‘Pájaro del Noroeste’ ha sido como soltar lastre, como remontar el vuelo y contemplar desde arriba a esos personajes que se mueven entre la ternura y la crueldad. Esos paisajes agrestes de mi infancia, tierras labradas y rocas del Teleno. Esas leyendas que me contaban sobre espíritus y aparecidos, el Renubero, el Culebrón, el vuelo maldito de la grulla. Y después está el deseo: hay mucha sensualidad en la historia. Destila ese aroma jugoso y sexual de la tierra húmeda.

Escribir ‘Pájaro del Noroeste’ me ha conducido al final de un proceso de exploración. No sé qué sucederá ahora, adónde me conducirá mi escritura, solo sé que lo que dejo atrás es una historia escrita con toda la intensidad de la que soy capaz.
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