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Pacto de no agresión

12/05/2015
 Actualizado a 12/09/2019
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El polémico acuerdo del verano se aplicó hasta las últimas consecuencias. Prometieron no tocarse jugadores. No cumplieron, al menos la Cultural. De las buenas relaciones poco se supo. Llamazares y González se instalaron en el desencuentro y la pantomima de 15 tv terminó por distanciarles. Sin embargo, no hay mal que cien años dure y lo que no arreglaron los despachos quedó resuelto en el césped.

Si no fuera porque es público el “buen rollo” que hay entre la mayoría de los jugadores y porque estaba en juego un puesto para la Copa del Rey, lo visto en el derbi levantaría sospechas. No se vio en todo el curso una Cultural tan apática, tan desenchufada. Su saldo ofensivo dejó un tiro a portería y enfrente estaba uno de los equipos más goleados. Fue desbordada de cabo a rabo por un Astorga que se jugaba la vida y lo demostró. Solventó con clase la desventaja numérica en el centro del campo y su velocidad en las bandas desmontó el débil entramado de la zaga local.

¿Borjas?. Lo del canario es otra historia. Más allá de su puntería volvió a deleitar con un rosario de desmarques indetectables. La blanca le sentaría de maravilla. Como a Taranilla. Como a Cristian. Como le sienta últimamente a Leandro. El meta oposita a una merecida renovación porque las dudas se resuelven con actuaciones como esta. Evitó un sonrojo mayor entre los aficionados culturalistas que esperaban más competencia y que no atendieron a razones tras el pitido final.

Una bronca sin perspectiva porque ni siquiera esta derrota mancilla una notable trayectoria en el estadio. A la Copa se llega por muchos caminos, incluso a través de la habitual ampliación de plazas de la Federación, pero la Cultural no puede irse ya de vacaciones. Queda un partido y debe dar el callo, y de paso hacerle otro favor a un Astorga que ha superado su momento más crítico.
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