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Ovejas Eléctricas (VI): El planeta de los simios

15/08/2021
 Actualizado a 15/08/2021
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Uno cree que el provenir será más juicioso, que en él habrán caducado ciertas chocantes costumbres y establecimientos bizarros. Pero no, el futuro versiona tozudo la parte censurable del pasado sin propósitos de enmienda. 2121, el año en que, por obra y gracia de una agencia de viajes futuristas, nos encontramos de veraniega expedición, nos ofrece una de esas experiencias y, como todo turoperador que se precie desde Pausanias, nos encamina a un ‘parque temático’, lugar que en este caso repinta nuestra era pretérita, la de nosotros, viajeros del tiempo, con vivísimo cromatismo. El establecimiento se denomina ‘Por desventura’ y se ubica en la Ciudad Desencantada de Cuenca. Nos apuntamos a la visita, claro, pues si la curiosidad mató al gato, vivifica al trotamundos temporal.

La entrada del lugar se abre con apuesta arquería de Calatrava recubierta de andamios y da a una plaza dura, desarbolada, en que sucumben a la intemperie los primeros incautos. Suerte que allí se ubica la taberna ‘Madrid libérrima’ con sus famosos bocatas de caucho en tiras. Entramos al meollo. Los coches chocones con el lema «¿Qué combustible prefieres?» se detienen constantemente en medio de la pista, mientras algunos mocetones se apean para darle al martillo intentando elevar un contrapeso hasta la campana del precio de la luz.

En la pista de pruebas ‘Cambio climático a tope’ uno puede ahogarse, quedarse helado o palmar de un golpe de calor. Es una atracción del tipo susto o muerte, muy popular. No faltan la barcaza que navega entre olas encrespadas (‘Covid again’) o la Tómbola del negacionista, que sortea platos con el mapa terrestre, fotos dedicadas de Stanley Kubrick en la Luna, refrescantes vacunas de horchata y chips and fish para llevar.

Me apresuro hacia la sección ‘Hispania, qué hermosa eres’ y encuentro la ‘Escape room’ especial corrupción con la ponderadísimas atracciones ‘El volquetes de putas’ y ‘La familia y uno Mas’, monográfico esta sobre los Pujol: dardos teledirigidos a por el tres por ciento de acierto. Más allá, la afamada noria República catalana, sube y baja en menos de dos segundos, según se proclama y desproclama. Y el tiovivo de las autonomías... imagínenlo. El tren de la bruja está parado en Extremadura. Hay una piscina de bolas sin bolas titulada ‘Más vacío que la España esa’, que cierra la visita con acceso directo a consultorio de salud (telefónico). Al salir, el tiro al político ofrece peluches de Toni Cantó y diccionarios Vox.

Hay que caminar, si te quedas mucho tiempo quieto, pensativo, te vierten bronce por encima y colocan una placa: «A lo que sea». Algo de León veo, al fin, en un rincón: un fotomatón maragato, con carreta y todo ¿representa... el siglo XXI? Algo falla.

Salgo lúgubre, el pasado no divierte tanto si es el tuyo. ¿Para esto he venido al futuro? ¿A saber qué piensan de nosotros? No fue así, no fue así. O sí... Malditos ¿qué han hecho con mi época? Malditos sean...

Seguirá.
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