Otros tiempos

El presidente de la CEOE hacía mención días atrás a tiempos pasados. Exactamente hacía alusión a aquellos lejanos años anclados en el siglo XIX.Lo hizo exactamente para explicarnos que eso de tener un trabajo estable o mejor aún fijo, eran cosas del pasado, es decir del siglo XIX. Apostilló a mayores, que el trabajo había que ganárselo día a día.

Dicho así, Juan Rosell pone en cuestión que la clase trabajadora es holgazana por naturaleza, que necesita como castigo la incertidumbre del día a día para que trabaje más. Yo creomás bien es para tener sometidos a los trabajadores, para que el trabajador se incline todos los días ante su jefe y amo para hacerle reverencias, de paso limpiarle y sacarle brillo a sus zapatos. Juan Rosell quiere esclavos, ofreciendo además trabajos precarios y de miseria, pero con el añadido de que sean temporales, porque seguramente piense que además tener uno de estos trabajos sea acaso un privilegio.

Se equivocaen sus matizaciones, acaso los males del presente de este siglo XXI tan moderno, no sea la actitud de los trabajadores, sino la de muchos empresarios que han hecho del mundo laboral una jungla en la que todo vale, la rivalidad, la competencia hasta descuartizarnos. Se olvida Juan Rosell que si retrocedemos veinte años atrás, los empresarios eran más honrados, sus trabajadores contaban algo, trataban a sus empleados como personas y no números. Los trabajadores se identificaban con la empresa, con su jefe. Los trabajadores trabajaban más y se sentían cómodos porque les trataban como personas.

No pretenderá este lumbreras, que un trabajador hoy en día se identifique con una empresa donde su jefe le tiene de esclavo, que sabe que en cualquier momento le despide sin más, que le paga un sueldo mísero, donde su estado de ánimo es de tensión absoluta, donde está nervioso, donde no está incómodo, donde no se le valora más que como un número más. No creo que esa sea la máxima y la solución para aumentar la productividad.