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Otros atajos al invertir

12/10/2021
 Actualizado a 12/10/2021
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La semana pasada hablábamos de cómo el ‘sistema 1’ de pensamiento –en terminología de Kahneman el ‘Thinking, Fast and Slow’– el rápido e intuitivo, el que nos resuelve y nos hace la vida más fácil en el día a día, también se sirve de trucos o atajos mentales –sesgos– que pueden provocar que decidamos de manera inconveniente. Mencioné el ‘exceso de confianza’ y el ‘sesgo de control’. Comento ahora otros.

El ‘sesgo de confirmación’, por el que interpretamos la información que hemos recibido o las nuevas que buscamos de manera que corroboren nuestras propias convicciones; queremos que respalden lo que ya opinamos en vez de buscar ideas críticas. Se aprecia especialmente cuando estamos en ‘manera tribu’, es decir, usando una misma terminología y una misma manera de enfocar los temas. Y es que perdemos nuestro espíritu crítico al escuchar siempre el mismo relato. Una posible solución sería contrastar nuestra opinión con la de especialistas.

Con el ‘anclaje’, nuestra predisposición es la de dar más peso a la información obtenida en primer lugar en lugar de otra posterior que la contradiga. Es parecido a lo que nos sucede con las primeras impresiones: ¡qué difícil es cambiarlas, ya sean de una persona o de un ambiente! Al invertir, nos puede suceder que quedemos prendados de las rentabilidades si estas se nos presentan en primer lugar y no demos importancia a otras cuestiones, como el riesgo.

El sesgo de ‘autoridad’ es nuestra tendencia a sobreestimar las opiniones de determinadas personas ‘por ser quienes son’, sin enjuiciarlas. Debemos invertir según nuestras circunstancias personales y profesionales, nuestra manera de enfocar el riesgo y rara vez influenciados por los consejos del gurú de turno que se dirige a un público indeterminado. Nos lo podríamos plantear así: «¿Esto que dice tal persona, a la que doy crédito, es adecuado para mí?».

El ‘efecto halo’ es la predisposición que tenemos de enjuiciar a una persona o institución basándonos únicamente en una cualidad, positiva o negativa. Como en la época feliz del enamoramiento, donde solo vemos cualidades y virtudes de la persona amada. Pero al hombre o a la mujer real los descubrimos con el paso del tiempo. Al invertir, podemos quedarnos obnubilados por la popularidad de un producto, de un gestor o de una entidad. Como siempre, hemos de plantearnos: «Pero, ¿es conveniente para mí?».
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