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Otro maestro en la Casona

30/05/2015
 Actualizado a 19/09/2019
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Todavía recuerdo aquel día, cursando yo segundo de Bachillerato en el instituto de Astorga, cuando el profesor Arsenio García, ‘recién salido del horno’, entró en clase en sustitución del titular de historia en mi curso, que había causado baja por enfermedad. Ese día tocaba examen y el futuro alcalde de Astorga llegaba con el ejercicio puesto por el otro maestro, y un montón de folios en blanco. Ante esa tesitura algunos de mis compañeros intentaron posponer la prueba, argumentando, no sin poca retranca, que al no estar el profesor ‘de siempre’ podría haber problemas si alguna de las cuestiones planteadas generaba dudas. Arsenio, sin perder el rictus serio pero afable, comenzó un dialogo con los estudiantes, intentando aclararles que el examen debía hacerse sí o sí. Y que el mismo se comprometía a aclarar las posibles vacilaciones que tuvieran a bien preguntarle.

El próximo regidor maragato, DM, comenzaba así a dar muestras de lo que era capaz. Recuerdo que el examen se hizo, y además se hizo con el beneplácito de aquellos que no querían. Diálogo, respeto, sosiego y resolución. No son malos valores para un profesor, y tampoco para un político.
Desde luego habrá que ver cómo se desarrolla todo. Se podrá comprobar más pronto que tarde la capacidad real del profesor García Fuertes para lidiar con tres partidos que juntos son mayoría, y que si así lo quieren pueden ponerle las cosas muy complicadas. Pero no es mal premisa la que nos encontramos. Muchas voces se levantan en la ciudad, argumentando que el líder popular no tiene carisma de político, no tiene mala leche, en pocas palabras. Arsenio no sabrá dar un golpe encima de la mesa cuando el embolado lo requiera, atisban muchos. Pues el tiempo, como todo, será quien lo diga y quien lo juzgue. Pero quizás llegó el momento de avanzar en Astorga, de dar solución a los problemas que la acucian. Quizás sea el momento del diálogo y de los acuerdos entre todos. Y en eso creo que el edil moderado dará el callo. Veremos.

Las elecciones locales en Astorga dejaron varias cosas claras. Los votantes del PP son fieles a su partido. La capital maragata es mayoritariamente de derechas, siempre lo fue. Y me hace gracia cuando leo que algunos representantes políticos quieren achacar al Partido Popular, como algo negativo, el hecho de que solo haya conseguido acuñar setenta y pocos votos más que en 2011. Pues a mí me parece todo un logro. Al PP siempre le votan los mismos, su legión fiel, haber convencido a 70 más es una cifra más que positiva para ser Astorga.

Victorina Alonso ha sufrido un desgaste en cuatro años como el que sufrió Perandones en 20. La gente no es tan tonta como parece. Izquierda Unida es un partido hecho y derecho. Con gente válida, ambiciosa, con buenas ideas y trabajadora. Y eso me pareció hace algunos meses y poco me equivoqué. Ahora han tenido su recompensa. Además me reafirmo en lo que publiqué hace una semana. Los partidos que se montan en cinco minutos y los que intentan sacar votos por la cara bonita de sus líderes nacionales no convencen, al menos en localidades tan pequeñas.

También tengo una pregunta que hacerme, que hacerles. ¿Ha tocado techo el PAL de Peyuca? Parece incomprensible que después del ingente trabajo de los últimos años no haya podido subir en votos y concejales. Todo lo que ha hecho solo le ha valido para mantener sus tres ediles. Él esperaba más, y no lo ocultó el pasado día 24. Como el propio Peyuca González dijo, «Astorga ha hablado, y ahora hay que reflexionar sobre lo que ha dicho». Palabras cargadas de razón.

Estoy de acuerdo en que se debe dejar gobernar a la lista más votada, más aún cuando el porcentaje de voto ha sido tan superior.Y me alegro que IU y el PAL hayan tenido esto en cuenta. Siéntense señores; debatan, discutan, opinen, dialoguen, razonen, pacten… pero avancen. Hagan que la ciudad marche, al paso que se pueda, pero que camine hacia delante. Otros cuatro años sin un solo punto en el orden del día en los plenos es algo que los ciudadanos (y los periodistas) no pueden soportar, ni tampoco van a tolerar.
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