21/10/2015
 Actualizado a 07/09/2019
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Ya sé que hace casi un mes que estamos en otoño pero, mira, qué quieres que te diga, hasta ahora –y aunque ya pasara San Froilán– casi ni lo parecía... Pero entre que cada vez anochece antes y que el próximo domingo cambia la hora, la cosa cambia...

Siempre me gustó el otoño. Y más en una tierra como la nuestra, dejando atrás las altísimas temperaturas estivales aunque sin llegar al rigor del invierno. Y es que, créeme, da gusto disfrutar de este tiempo con los cinco sentidos.

Qué me dices de la vista... No me negarás que merece la pena pasear por cualquiera de nuestros pueblos y disfrutar de la amplia gama de colores que nos ‘regala’ la naturaleza y que, si te fijas, va cambiando día a día. Piensa, por ejemplo, en las diferentes tonalidades marrones de las hojas de los árboles; unas hojas que poco a poco se van despidiendo de las ramas a las que siempre han estado unidas...

Y, entonces, podremos hablar de tacto. ¿Has probado a descalzarte y caminar por encima de una ‘alfombra’ de hojas? Si no has tenido ocasión, no lo dudes; y verás lo especial que resulta.

¿Y el oído? Solo hay que alejarse un poco del ruido de la ciudad para percibir cómo el viento se abre paso entre los árboles, o como la lluvia percute sobre el suelo; pero, sobre todo, no dejes de escuchar cómo habla el ‘silencio’ de unas calles –tanto más cuanto más pequeño es el pueblo– que han recuperado su normalidad tras la agitación veraniega.

No sé si sabría describirte cómo huele el otoño, pero sí que lo sé identificar. Como tú, supongo. Quizá por ese cierto componente de humedad que se mezcla, con suerte, con el olor a las cocinas de antaño, que queman todavía carbón. Un carbón, por cierto, que tiene mal presente y para el que se atisba aún un peor futuro, pero eso es otro tema...

Y, ya por último, ¿a qué dirías que sabe el otoño? ¿A buñuelos? Sí, claro; entre otras muchas cosas. Pero permíteme destacar el sabor a castañas. No en vano se esconde tras ellas, en cada magosto, una pequeña parte de nuestra cultura, que ha sido transmitida de generación en generación durante siglos.

Voy a asar unas pocas... ¿Quieres acompañarme?
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