carmen-busmayorb.jpg

Óskar Schindler y Spielberg

06/01/2017
 Actualizado a 18/09/2019
Guardar
De cerca araña el hielo los caballos oscuros de la niebla. Las carreteras y las piedras montaraces no son igual que otros días, que otras horas en este paisaje abanderado de robles y muérdago. Esto aquí, en El Bierzo navideño. Lo demás viene a ser como en el resto del país: turrón, lechazo, marisco y cava en las mesas elegidas con firmeza por la abundancia, no así en las sobrevoladas por los pájaros de la desnutrición donde ejerce su feroz dominio la vacuidad, salvo si concurrenelbanco de alimentos o los vecinos o amigos dominados por el corazón que emplean cualquier momento para limar las puntiagudas esquinas de la pobreza.

Eso aquí y en tantos otros más o menos pequeños o distantes universos mientras con ojos de judía veo por segunda vez La Lista de Schindler. ¡Qué gran película sobre tan cruda y cruel realidad! Bendito sea Óskar Schinder. Su derramada bondad no se detiene en Cracovia. Óskar Schindler no conoció a Steven Spielberg ni a este ni al otro lado de la cencellada con sus estrellas apagadas. Seguro que ambos congeniarían hasta en los más mínimos detalles. Seguro. Bendito sea también Steven Spielberg quien, sin pretenderlo, encaminó mis pasos con decisión al muy visitado campo de exterminio y concentración de Auschwitz-Birkenau en septiembre de 2014.

La noche abandona su existencia. Acudo a mi mente ocupada asimismo en la tristeza por el cercano atentado terrorista en el distinguido club nocturno Reina de Estambul duranteel festivo apogeo del Año Nuevo, nada distinto al tremendo horror sembrado desde 2015 en el país gobernado por Recep Tayyip Erdogan. Nunca he viajado a Turquía. Miedo me da. Sin embargo, en ningún caso, deseo que el temor haga mella en mí. Casi todos los países, además de nuestra querida España como cantaba Cecilia, por los que he pasado, muchos ya, han sufrido o sufren el ataque terrorista o la guerra (Siria, Siria, cómo me dueles). Es más, pueden recaer sobre ellos tales tragedias. La tranquilidad no está asegurada nunca en ninguna parte.

En fin, decidme tan sólo cosas suavemente incorrectas o pequeños desvaríos, pero ni para mí ni para nadie nos neguéis la paz, el pan y sus racimos. En verdad. ¡Feliz 2017!
Lo más leído