Os voy a explicar el mundo

Tenía Mael el de la tienda –que se confesaba anarquista en tiempos que te convertía en sospechoso todo lo que acabara en ista excepto San Juan Bautista–una singular fórmula para enseñarnos a los chavales cómo funcionaba el mundo. Encendía las lámparas de su vieja radio y se iluminaba un panel de cristal en el que aparecían numerosas emisoras de medio mundo: París, Londres, Roma, Lisboa, Helsinki... en fin, las grandes ciudades, aunque creo que Moscú tampoco estaba. Nos hablaba de ellas, decía haber estado en París y London, así lo pronunciaba, y al final nos preguntaba para saber si estábamos atentos.

–¿Os acordáis de qué emisora era la primera que aparecía?

–¿Os acordáis de la última?

–¿Estaba alguna de esas ciudades repetida?

No nos acordábamos de nada. Y entonces se ponía solemne y desgranaba las respuestas: «La primera que aparecía era Radio Vaticano». «La última que aparecía era Radio Vaticano» y «de todas las ciudades, por importantes que sean, la única que está repetida es Radio Vaticano, como os he dicho».

Se quedaba mirando a ver qué comentábamos, hasta que le preguntábamos qué significaba toda aquella serie de preguntas que nos había hecho y respondido él.

- Pues eso. Os he explicado el mundo.