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Orgullo y prejuicio

21/11/2020
 Actualizado a 21/11/2020
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Me encanta Jane Austen, pero no se engañen, este título es sólo una expresión en sentido figurado. Últimamente hay muchas cosas que no entiendo. Tal vez me hago mayor. No, no quiero creer que sea eso. Quizás sea un espíritu raro, porque siempre fui una de esas gijonesas a las que también les encantaba Oviedo y no entendía que los oriundos de ambas ciudades mantuviesen esa absurda inquina cuando la unión les reportaría más beneficios, pero volvamos al origen. No entiendo la duda. Tampoco la inacción. Esta segunda ola está siendo muy violenta y nos encuentra más débiles y cansados, más pobres también, pero a lo mejor un poco más sabios y menos torpes. Las ideas pueden ser buenas o malas, no importa de donde vengan. ¿Por qué no se plantea ya un cribado masivo a través de test de antígenos? Así se está haciendo en Francia, Portugal o Reino Unido. Se trata de un procedimiento eficaz, rápido y de bajo coste. Evitaría la actual saturación de los laboratorios, salvaría vidas y pondría en alerta a muchos ciudadanos asintomáticos que hoy son contagiadores inconscientes. ¿A qué esperan? No debemos poner en riesgo las farmacias, pero seguro que hay alternativas seguras, y mejor también ser conocedores de la situación real y evitar así que el riesgo siga en la calle, en cualquier esquina, como una ruleta rusa. ¿Por qué no usar filtros HEPA en espacios cerrados? ¿Por qué no instalarlos ya antes de volver a abrir la hostelería, los teatros, los cines? La improvisación sólo está bien en el jazz, en situaciones de emergencia ser previsores es clave.

¿Qué más no entiendo? Pues que el español no sea lengua vehicular en todo el Estado, o que se pacten unos presupuestos con quienes no comparten la misma idea de país a quienes afecta el pacto, pero esto es dignidad, tal vez orgullo, prejuicio nunca.
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