Oración de un desconsuelo

Mari Cruz González Cobo
30/12/2020
 Actualizado a 30/12/2020
Soy una joven montañesa leonesa, de una tierra que dicen de inviernos largos y muy fríos, pero que a mí me parece tan hermosa... que quisiera existir en ella hasta que muera. Vivo en un pueblo rodeado por el verde de los prados y los bosques y el gris de las calizas, que dicen triste y languidece sin futuro porque no juegan rapaces, pero que en verano lo llena su jaleo y correteo todo el día. Cuando marchan con la pena, no hay uno que no piense ya en la vuelta, y eso que no saben lo que es una navidad de cielo azul y raso, sol tibio tras la helada y nieve blanca inmaculada, como la nuestra. Dicen en casa que con ellos es como si regresara la esperanza y la alegría.

Aunque no lo entiendo bien, dice mi padre que ese declive demográfico no hay quien lo pare como no sea por un milagro, como el que Europa hubiere instalado en León ese centro europeo de ciberseguridad aprovechando el Incibe, que cómo habría ayudado... Asegura que la gente se marcha a las grandes ciudades a la fuerza, los viejos porque los servicios se centralizan en las capitales y, los jóvenes, porque escapan por la concentración económica y de conocimiento en las grandes ciudades donde dan trabajo y, lo que es peor, con ellos se van la inteligencia y las ilusiones. Mi mamá me lo explica, ese centro habría sido como un corazón, el órgano más importante de la seguridad europea; León sonaría en toda Europa; con él vendrían muchas empresas de informática y telecomunicaciones y, entonces, no solo no se irían muchos jóvenes al terminar la carrera sino que llegaría gente muy preparada de otras partes. Atraería inteligencia y conocimiento, las dos piernas que se requieren para andar por el futuro.

Mi padre dice que el centralismo es una pandemia política que también infecta a Europa, da más a los que más tienen, así que León cómo iba a competir con Bruselas, Múnich y otras capitales nacionales de países europeos. Y eso que ese centro debería servir, básicamente, para coordinar el resto de centros tecnológicos y universitarios de España y de la Unión Europea en temas de seguridad informática y comunicaciones sin que quitara nada a ninguno de aquellos.

Ya está tu padre con el virus del pesimismo leonés, la enfermedad de la inacción y la impotencia que te hace indolente, te doblega y te impide luchar, dice mi madre, pues para algo tan importante para aquí, qué menos que se hubieren colgado pancartas reivindicativas en los balcones y ventanas de las casas leonesas para que saliera en las televisiones y llegara a los que toman las decisiones en Bruselas.

Y quién va a querer venir a León, dice él. Y quién no va a querer venir, contesta ella, a una ciudad histórica donde aún se pasea, se tapea y se come bien y barato como en pocos lugares, donde la vivienda sobra, con unas cumbres calizas y valles de paz y de silencio que provocan soñar y el pensamiento a escasa media hora, con el mar a hora y media, a dos horas de Madrid y de acercarse al mundo y con la mejor infraestructura aeroportuaria del noroeste de la península, conectada por tren de alta velocidad y autopistas, universidad, estaciones de esquí, plagada de ríos. Pero el que no sabe valorar bien lo que tiene mal lo podrá vender en el mercado. Claro que eso lo deberían haber promovido los políticos empezando por los del Gobierno y la Junta desde hace tiempo y continuando con esa Mesa por León, ¡que ya vemos para lo que sirve!, ¡cómo se cabrea! La mayoría de los leoneses, de algo tan trascendente, ni siquiera se han enterado, son unos huérfanos de la política.

Y cómo competiría León cuando en esos lugares se puede instalar la sede en modernos edificios de alturas emblemáticas que, aquí, dónde tenemos.

Pues no hay edificios en León abandonados que digamos debido a su decadencia económica, empezando por el que fue sede informática de Caja España en el Portillo, el hotel Cortes de León quebrado, incluso el cuartel de Almansa sin soldados.

¡Ay, hija! Si tú hubieras escrito una carta al Rey para que intercediera, quién sabe…, eso sí, si el Gobierno le dejara. Porque aunque quisiera y no habiendo embajador de más prestigio para la propuesta, la gestión de la institución monárquica no depende ni del pueblo sino de los que gobiernan España y, a León, ni por reino fundador ni por estar en el escudo español se le ha permitido venir a visitarla oficialmente nunca. O mejor, haberla mandado a su hija, la princesa Leonor, que es de tu edad y seguro que su padre haría lo que le pidiese, como a ti el tuyo. Pues para eso está la monarquía, útil como la catedral, para utilizarse en interés de España no para manipularla como una imagen decimonónica buscando su supervivencia política algún partido. Esperemos que vosotras estéis mejor formadas en la objetividad del conocimiento orientado al porvenir aunque no imagináis lo que deberéis pelear por tal futuro.

Ahora lo importante es que León no deje de ser el centro de ciberseguridad español y eso dependerá de la gestión que se haga del Incibe y de la política de España. ¡Cómo si no pretender coordinar la seguridad de las comunicaciones y la informática europea sin hacerlo primero de la nacional!

¡Ah! Y que los leoneses no se queden, sin rezar, mirando al cielo.
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