30/04/2021
 Actualizado a 30/04/2021
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No sé si serán muy seguidores de los documentales de animales, bien sea por interés científico o como forma de invocar a Morfeo en los momentos de siesta. Yo era más fan antes de lo que soy ahora, cuando para ver animales en televisión, la única oportunidad era por la tarde en La2 de Televisión Española. Ahora la cosa es distinta, ahora ya hay más oferta y puedes ver gran cantidad de ‘animales’ en el telediario y en programas de entretenimiento vespertino. Si son como yo, es probable que conozcan la extraña costumbre del hipopótamo de mover su cola como una hélice para esparcir sus excrementos por toda la zona.

Algunos politicuchos radicales españoles, desde hace ya bastante tiempo, quieren convertir la política nacional en esa ciénaga pestilente de hipopótamos. Una ciénaga donde el fango de la crispación no deje ver nada. Una laguna inmunda donde todo se embadurne del barro espeso de los conflictos sociales, el caos económico y la desesperanza.

En esa ciénaga, han campado a sus anchas políticos de extrema izquierda durante los últimos 10 años que, como si de hipopótamos machos se tratasen, esparcen sus excrementos de odio por todos los medios de comunicación por los que van, por las redes sociales o por cualquier sitio donde se les quiera oír.

Estamos a 4 días de unas elecciones importantísimas a nivel nacional, a pesar de tratarse de una cita electoral solo para los ciudadanos de la Comunidad de Madrid, y esos hipopótamos que abundan lamentablemente cada vez más hasta en la izquierda moderada, lo saben y, atemorizados por las encuestas, sobreactúan y elevan el tono para poder crispar al ciudadano con la esperanza de que eso ‘movilice a los suyos’ y escore el voto de ‘los de enfrente’.

En esta peligrosa estrategia ya se deja llevar mucha de la clase política, de manera que hasta el ministro del Interior se permite en un acto público llamar organización criminal al segundo partido más votado de España con más de 5 millones de votos o la Directora General de la Guardia Civil participa de manera sorprendente y verdaderamente preocupante en un mitin del PSOE cuando el más mínimo decoro democrático impide que un cargo como ese, se posicione políticamente en acto público.

Uno de los padres de esa estrategia de crispación y auténtico experto en la difusión del odio, Pablo Iglesias, tiene la desvergüenza de señalar a periodistas que se atreven a criticar sus desmanes, mientras otros periodistas le igualan en desvergüenza cuando se esconden y se niegan a defender a compañeros de profesión y a la propia democracia.

El tema de las amenazas por carta es la punta del iceberg y esperemos sinceramente que no tengamos que lamentar desgracias mayores, pero el odio es un animal salvaje y aunque creas dominarle y conocer perfectamente cuándo alimentarle y cuando no, ese animal salvaje se pude revolver en contra tuya y darte un buen disgusto.
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