Ómicron

31/12/2021
 Actualizado a 31/12/2021
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Nueva ola. Filomena. Asalto al Capitolio. Nueva ola. Joe Biden, nuevo presidente del gobierno de los Estados Unidos. Nueva ola. Ever Given se encalla en el canal de Suez. Nueva ola. Se acaba el Estado de Alarma mientras el Tribunal Supremo sentencia que el confinamiento de 2020 fue ilegal. Nueva ola. La Superliga de Florentino Pérez y la explosión de Pedri. Nueva ola. Leo Messi se marcha del FC Barcelona. Nueva ola. La ONU afirma que el calentamiento global es «irreversible». Nueva ola. La vuelta de los talibanes al poder. Nueva ola. Indulto a los presos del procés y Pau Gasol se retira. Nueva ola. La erupción del volcán de La Palma. Ómicron.

Estos y más momentos determinantes han tenido lugar durante este 2021 que serán cardinales en nuestra coyuntura social, económica, cultural y política contemporánea. Sin embargo, en esta anualidad a la que hoy decimos adiós el sentimiento común –me atrevo a escribir sin temor a equivocarme– es otro. Sentimos que hemos avanzado ínfimamente respecto al pasado año y decimos adiós al 2021 con el mismo –diría que más– mal sabor de boca que el fatídico 2020. Un año marcado de nuevo por las insistentes olas de contagios y la llegada de Ómicron. Y seguimos echando de menos a la vez que nos siguen pidiendo más. Más responsabilidad individual. Más restricciones. Más límites. Más vueltas a las oficinas con más atascos y más contagios. Más mascarillas. Más. Más. Más. Y seguimos. con menos. Menos y menos abrazos. Leí una carta al director en un periódico que explicaba que esa podría ser (y será) la «hambruna» y la guerra de la generación millennial y la generación Z. Los abrazos. El sentir. El emocionarse. En el cara a cara. Mirando a los ojos. En el contacto físico.

Abraza ahora. Abraza fuerte. Abraza con emoción. Por lo que pueda pasar. Este 2022 abraza mucho y abraza bien. La vida son dos días y uno ya ha pasado. Abraza ya. Por lo que pueda venir.
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