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«Ome coño, ni comparanza»

03/03/2019
 Actualizado a 14/09/2019
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Cuenta uno de los mejores poetas de La Mata de la Bérbula –a la par que aspirante a ser Miembro de la Academia de Escritores Europeos con sede en Castrocalbón y Orla de su Lara– que uno de los oficios que tuvo y ejerció con dignidad el Santísimo Jenaro Blanco y Blanco, de Izagre de León, fue de muñidor de políticos locales en tiempos como los que se acercan, que vienen a ser de enormes navajazos.

El de muñidor venía a ser un oficio muy agradecido y que a muchos nos gustaría sacar las oposiciones, si salieran, que ocurre como con la plaza de capador de Argovejo, que el mi Santiago el Pastor se me murió esperando a que el BOE recogiera la convocatoria. Consistía el trabajo del muñidor en andar de bar en bar, sobre todo a la hora de los vinos de la mañana y los de la tarde, recorrido que era obligatorio hacer aunque algunos días no te apeteciera pues ¿a quién le apetece ir todos los días a trabajar?

Entrabas en el bar y te ibas averando a los círculos en los que había maturranga política, que se discutía de las obras a realizar, de las realizadas, de las que quedaron sin dotación presupuestaria...

Y en un momento dado, cuando uno cogía el vaso para llevarse el vino al gañote o se hacía con un palillo para clavarlo en la tapa hasta la cruceta, entonces te metías en harina de discusión para lo que hay una expresión que te deja vía libre: «Ome coño, ¿qué decís?, ni comparanza...».

Y en ese momento recuerdas quién te ha contratado como muñidor y hablas bien de él, con lo que te ganas el 50% del sueldo, la otra mitad te la tienes que currar hablando mal de los contrarios, empezando con otra fórmula: «¿No me irás a comparar a mí, que tengo datos...».

Pues bien. Una vez que Vitor el de Almanza ha demostrado que los de los pueblos no somos tontos, aquí me ofrezco de muñidor para quién sea, me sobran argumentos para hablar bien de quién pague cristianamente la soldada. Pero por 200 reales más puedo fichar por el contrario.

Fidelidad no me vayáis a pedir.
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