22/06/2016
 Actualizado a 15/09/2019
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Un péndulo es un cuerpo sólido que suspendido por un hilo rígido sobre una posición de equilibrio –que coincide con su punto de gravedad–, puede oscilar hacia un lado y hacia el otro libremente. Si abandonamos la belleza exacta de las ciencias físicas y nos adentramos en las misteriosas aguas de las ciencias sociales, la psicología o la antropología, descubriremos sin necesidad de zambullirnos hasta lo profundo que, por lo que respecta a los asuntos humanos, la estupidez viene siendo en más ocasiones de las deseadas ese centro de gravedad a partir del cual oscila el péndulo hacia dos estúpidos extremos, primero hacia uno y vuelta hacia el otro.

Vuelta la burra al trigo, que dicen en mi pueblo. Aunque a veces dé modorra, como las ovejas que, infectadas por cierto parásito, no dejan de dar vueltas sobre sí mismas, en círculos. En círculo, otro tipo de movimiento que, además del pendular, puede verse en la estulticia humana. Pero hoy no le toca la columna.

Como llamarlo estupidez violentaría, a este movimiento de péndulo, se le suele llamar moda. La moda que llega, que pasa, que regresa. También en la higiene. Si hace sólo unos años se puso de moda en los varones –en las mujeres ya venía de siglos– lo metrosexual y llenó las baldas de los cuartos de baños de cremas y potingues, desterrando de allí el frasco de Varón Dandy y su olor inolvidable –el de mi abuelo–, todo apunta a que se ha iniciado ya el movimiento hacia el otro extremo. No es bueno ducharse. Es malo el uso de jabones ni champús. Perversas las esponjas ásperas para exfoliar la piel. El exceso de higiene hipertrofia el sistema inmunológico del cuerpo y los recursos que tenemos para mantenernos equilibradamente limpios. Leo en la prensa que una investigadora ha sustituido el gel por una bacteria llamada nitrosomonas eutropha que realiza la misma función limpiadora y le va bien. Vaticino que antes de que nos demos cuenta, estarán anunciando por televisión este nuevo ‘style of life’, en inglés, claro, que así suena mejor. Ha llegado la moda del olor corporal, del olor a persona.

Ya decía Kant que «la humanidad ha perdido el contacto con el instinto sin que haya aprendido a vivir conforme a la ley de la razón».

Y la semana que viene, hablaremos de León.
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