Olga Rodríguez Francisco: "Creo que he heredado el espíritu crítico de mi madre"

La periodista de eldiario.es cierra este martes en el Museo de León el ciclo de conferencias en torno a la exposición ‘Mujeres en conflicto’ con la ponencia ‘Este no es lugar para ti: las mujeres en las guerras’

Joaquín Revuelta
18/02/2019
 Actualizado a 19/09/2019
Olga Rodríguez en el hotel Palestina de Bagdad en 2003.
Olga Rodríguez en el hotel Palestina de Bagdad en 2003.
La periodista y escritora leonesa Olga Rodríguez será la encargada de clausurar este martes a las 19:00 horas en el Museo de León el ciclo de conferencias en torno a la exposición ‘Mujeres en conflicto’, del fotoperiodista leonés JM López, que han organizado conjuntamente La Nueva Crónica, la Fundación Jesús Pereda de CCOO Castilla y León, Caja Rural y la Cátedra ‘Almirante Bonifaz’. ‘Este no es lugar para ti: las mujeres en las guerras’ es el título de la ponencia de la periodista especializada en información internacional, Oriente Medio y Derechos Humanos, que ha desarrollado su actividad como reportera en Irak, Afganistán, Territorios Ocupados Palestinos, Israel, Líbano, Siria, Egipto, Jordania, Turquía, Kosovo, Estados Unidos o México, entre otros países. Trabajó durante una década en la Cadena SER, Cuatro y CNN+, y son especialmente recordadas su crónicas durante la invasión y ocupación de Irak en 2003.

– No sé si a León sigue viniendo con frecuencia o forma parte ya de sus recuerdos de infancia y adolescencia?
– Lamentablemente en los últimos años forma parte más de los recuerdos. Por eso me hace muchísima ilusión no solo reencontrarme con mi ciudad sino con Mansilla de las Mulas, de donde es toda la familia de mi madre. Hace como tres años que no voy a León, pero sigue siendo la ciudad en la que nací, donde crecí y pasé toda mi infancia, de la que son mis padres y en la que vive aún parte de mi familia.

– Sus padres son dos reconocidos periodistas, Gonzalo Rodríguez y Pura Francisco, que dejaron una profunda huella a su paso por León. Se crió en un ambiente que determinó a la postre su futura vocación. ¿Cuál ha sido la principal enseñanza que ha recibido de sus progenitores y que no ha dejado de aplicar en su profesión?– Yo creo que el propio ejemplo de cómo trabajaban ellos y que me demostró que esta es una profesión muy vocacional, que exige mucha entrega y por lo tanto mucho sacrificio, pero que al mismo tiempo ofrece grandes compensaciones. También aprendí que el periodismo local, que es lo que ellos hicieron siempre, es la mejor escuela, que también fue mi escuela cuando empecé en la Cadena SER en Madrid antes de pasar a internacional, que fue mi especialización académica. Pero el periodismo local en realidad es como cubrir un micromundo, y a través de él entiendes muy bien el funcionamiento de muchas cosas. Además, te curte de una manera que es la mejor formación para cualquier periodista. Y luego, yo creo que he heredado el espíritu crítico de mi madre y considero que es fundamental para ejercer este oficio, cuestionar las cosas, no dar nada por sentado. Nuestra labor es contrastar, contextualizar y comprobar las cosas muchas veces. Eso lo aprendí de mi madre. He de decir que cuando yo dije que quería estudiar periodismo en mi casa hubo un drama, sobre todo mi madre, que no lo veía nada claro y no le parecía nada bien, porque es una profesión dura, como tu sabes también, que tiene enfrente muchas presiones de todo tipo. – ¿Ellos entendieron que quisiera orientar la profesión durante un tiempo hacia el reporterismo de guerra o dijeron, parafraseando el título de su disertación de hoy en León, ‘este no es lugar para ti’?– Al principio dijeron ‘este no es lugar para ti’ por el temor a mi integridad física, pues hay riesgos que se asumen cuando se cubren guerras. Sí que admiraron y comprendieron mi interés por lo internacional y por el conocimiento de otras culturas y otros idiomas. De hecho, apoyaron mucho mi formación académica en ese aspecto y mi interés por el mundo árabe, que es un mundo y una cultura apasionantes, pero ciertamente no estaban nada conformes en que fuera a cubrir conflictos. Yo creo que como periodistas lo entendían, pero como padres evidentemente lo pasaban mal. – ¿Qué le llevó en realidad a orientar su carrera hacia el reporterismo en zonas de conflicto? – Yo creo que tanto a mí como a todos los que han hecho esto nos ha arrastrado la actualidad. Cierto es que mi objetivo era especializarme en internacional y dentro de ese ámbito en el mundo árabe, y desde el punto de vista académico así lo hice. Pero yo en ningún momento me había propuesto ser reportera de guerra y de hecho son términos con los que no termino de identificarme, a pesar de que he cubierto muchos conflictos. Yo voy a los sitios queriendo ser reportera de paz. Recuerdo en 2003, antes de la invasión y ocupación de Irak, que estábamos periodistas de todo el mundo en Bagdad viendo lo que decía Naciones Unidas, lo que decía el presidente Bush, y queríamos pensar que quizás en el último momento no tuviéramos que contar la guerra, lamentablemente la tuvimos que contar. Yo empecé a ejercer el periodismo en los años 90 y enseguida la actualidad puso el foco en Oriente Próximo porque empezaron a ocurrir muchas cosas: la segunda Intifada palestina, que fue donde yo me estrené, la guerra en Afganistán, la guerra de Irak, luego vino la guerra de Líbano, más tarde las revueltas árabes. Eso fue lo que me arrastró, la curiosidad y la intención de estar allí para saber qué ocurría y para tratar de entender qué es lo que estaba pasando. – ¿La guerra de Irak en 2003 fue especialmente mediática, recuerdo muy bien sus crónicas radiofónicas desde Bagdad para la Cadena SER. ¿Los periodistas desplazados a la zona os sentisteis de alguna manera protagonistas de todo lo que allí estaba aconteciendo?
– La verdad es que no. Estábamos en Bagdad y los periodistas españoles no teníamos acceso a internet la mayor parte del día. Había periodistas ingleses que disponían de una tecnología, pero nosotros no. Yo no era consciente de cómo se estaba viviendo en España el seguimiento de la guerra de Irak. Veía lo que había allí, los bombardeos continuos, los hospitales repletos de heridos, los médicos haciendo operaciones quirúrgicas incluso en el suelo, las morgues llenas de gente... Eso era lo que veíamos allí y en ningún momento teníamos tiempo para pararnos a pensar cuál era el papel que estábamos teniendo nosotros. Entonces se veían las cosas de una manera muy diferente. En posteriores conflictos ya podía leer diariamente la prensa española, pero en Irak esto no era posible.Con la tecnología que me llevé de la Cadena SER por entonces todavía no teníamos esa posibilidad.

– ¿Cómo sigue viendo hoy la trágica muerte del cámara español José Couso, de la que fue testigo directo en el hotel Palestina de Bagdad?
– Aquello fue un momento trágico, la pérdida de un amigo, de un compañero, y además de una manera tan injusta, que no esperábamos. Asumíamos que podíamos morir o resultar heridos en un fuego cruzado o ser alcanzados por las bombas cuando salíamos a determinados barrios de Bagdad. Pero no podíamos pensar que fuego estadounidense fuera a atacar nuestro hotel, porque además fuimos a ese hotel por indicaciones del propio Pentágono al no haber edificios gubernamentales en las proximidades, como era el caso del hotel Al Rashid, donde estuvimos viviendo durante toda la preguerra. Al menos la familia de Couso y nosotros mismos hemos tenido la posibilidad de exigir investigación y justicia, pero existen cientos de miles de iraquíes muertos en circunstancias similares que no han tenido esa oportunidad. En mi caso concreto resulté herida, con una lesión en el oído, de la que por cierto este año me he tenido que operar, y hay un antes y un después en mi vida, evidentemente, porque aquello fue algo que nos conmocionó a todos, como toda la fase de bombardeos también. Hay que recordar que nunca se han tirado bombas de semejante magnitud y peso, quitando las de Hiroshima y Nagasaki, y esto lo explica muy bien Naomi Klein en el libro ‘La doctrina del shock’. La muerte  de José Couso es un capítulo que está presente siempre en mi corazón.

– No sé si conoce el trabajo del fotoperiodista leonés JM López que se expone actualmente en el Museo de León y que ha dado origen a este ciclo de conferencias.
– Sí, conozco el trabajo de López y por eso tengo muchas ganas de ver la exposición. Él desarrolla una labor con el compromiso que es preciso para hacer este tipo de trabajo. Merece la pena.

– ¿Cómo ha sido la adaptación a la nueva etapa periodística que está viviendo en la actualidad, ya alejada de las principales zonas de conflicto?
– Te diré que sigo la realidad diaria de Oriente Próximo, pero aunque viajo de vez en cuando a la zona la verdad es que el no poder estar allí lo vivimos todos de una manera frustrante. Somos conscientes de que allí siguen ocurriendo cosas, lamentablemente muy tristes y muy trágicas, y produce mucha frustración no poder seguirlas de manera diaria. Pero bueno, la actualidad española también es apasionante. En la época de las revueltas árabes estuve viviendo en Egipto, en 2011 y 2012, y hasta 2015 estuve trabando mucho en la zona. Lo que está pasando en nuestro país es tan importante que también me ha entrado el gusanillo periodístico de querer cubrirlo.

– Me consta que conoce muy bien todo el entorno de Podemos. No sé si la situación de crisis que vive actualmente el partido de Pablo Iglesias puede pasarle factura en los comicios que están por llegar. ¿Cómo ve la situación de la izquierda en general y de Podemos en particular ante lo que se avecina, que es mucho?
– Bueno, yo creo que es un momento que a nivel global existe una amenaza clara del auge de la extrema derecha, lo hemos visto en varios países, en Brasil, en Estados Unidos con Donald Trump, en Hungría, también en el corazón de Europa, en Italia. Y eso que pensábamos que no llegaría a España, pues ha llegado. Y en ese sentido esto es un elemento clave que está marcando la actualidad política. Las elecciones de abril que el pasado viernes anunció el presidente Pedro Sánchez son un momento en el que, por lo que están diciendo las formaciones que se entienden por la izquierda, es preciso –consideran ellas– que se trabaje por una voluntad de reunir cuantos más apoyos mejor para detener el avance de ese bloque de la extrema derecha. Yo este año no estoy haciendo información nacional porque he estado de baja por el tema del oído y entonces, la verdad, no sé decirte cuál es el ambiente exacto en torno al PSOE, a Unidos Podemos, porque lo que yo he hecho más en España en los últimos años ha sido reivindicar el género de la crónica y del reportaje periodístico, que al fin y al cabo es lo que hacemos los reporteros de internacional y que aquí en España yo creo que es muy preciso en un momento en el que hay problemas sociales muy graves y ha habido en los últimos años un crecimiento de la precariedad y de la desigualdad. A mí me encanta ir a los barrios de las ciudades de España o a las zonas rurales y reportajear todo eso que no aparece tanto en los medios pero que al fin y al cabo es lo que está pasando a nuestra sociedad.

– ¿A su juicio el electorado español puede dar un giro a la derecha como ya está sucediendo en otros países?
– Yo creo que estamos en un momento en el que lamentablemente está de moda el reduccionismo y la crispación. Y en el que es muy fácil colar mentiras en los medios de comunicación y a través de las redes sociales. Creo que es un momento por tanto de reivindicar más que nunca pedagogía y pensamiento, y ahí los medios de comunicación y los periodistas tenemos un papel fundamental y una responsabilidad. Entonces la crispación y el reduccionismo pueden ayudar al auge de la derecha. Ha sucedido en otros países y en España también puede ocurrir; es decir, no somos inmunes a esa tendencia que hay en tantos países del mundo en la actualidad.

– ¿Cree que existe una cierta decepción por parte del votante de la izquierda, que ya no se ve representado por los partidos a los que votaba?
– Quizás. Yo pienso que han sido años muy duros en muchos aspectos. Creo que es muy difícil con toda la maquinaria e infantería lanzada contra las informaciones políticas que han intentado poner sobre la mesa otro tipo de debate y poner encima de la mesa temas fundamentales, y eso hay que tenerlo en cuenta a la hora de hacer la valoración, pero sin duda también está esa especie de telenovela que hemos podido ver reflejada en algunos medios de comunicación a la hora de relatar lo que pasa en la izquierda y que ha hecho mucho daño. Y lamentablemente muchas veces se ha presentado como telenovela cuestiones que eran simplemente intercambio de ideas y debate abierto, que siempre es necesario. La izquierda no es como la derecha, que cierra filas. En la izquierda hay debate y el debate interno pues a veces puede hacer daño a la imagen externa del que lo practica.
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