Ojo cuando besas el escudo

02/12/2020
 Actualizado a 02/12/2020
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Las estrellas del fútbol, metidos en una burbuja de oro y varios coches de lujo en el garaje, desarrollan una variada gama de celebraciones, ridículas a veces, de exaltación del ego en otras cuando señalan su nombre y número como si ellos solos lo hicieran todo; o, cuando está su agente negociando una subida de sueldo, buscan las cámaras de la tele y ante ella se besan el escudo y se golpean el pecho. Por término medio a su club le sale a medio millón de euros cada uno de los golpes de pecho. Así de locos estamos. O de tontos.

Lo triste es cuando ves a niños que apenas pueden mover el balón que señalan su número cuando marcan un gol y se besan el escudo.

Cuando las estrellas se golpean el pecho y besan el escudo —o la chequera— jamás piensan en aficionados como el de la foto; gente que lleva muchos lustros pasando frío en la grada por ver barro; seguidores que sí creen en el escudo y la bandera, que tienen siempre en su boca a su ciudad y a su equipo, que sí lloran de verdad los descensos y se reúnen en la plaza mayor en los ascensos; que compran la camiseta por encima de precio para echar una mano...

Y que siempre se quedan en su club,jamás huyen de sus colores, aunque en los días tristes miren a los lados y no haya casi nadie.

Ojo cuando besas el escudo. Piensa en los que nunca besan la cartera.
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