05/06/2015
 Actualizado a 07/09/2019
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Empiezo estas líneas pidiendo perdón. Lo confieso, fui de los que se bajó del barco después de la derrota en Mallorca, es lo que tiene ser un hombre de letras, que las matemáticas tienden a traicionarnos.

Ahora hay que poner la guinda. La presión la tienen otros. A orillas del Ebro esta semana se está jugando al Tabú. Emulando los ‘hits’ de los grandes de este país, cuna de la des aceleración económica, el apoyo financiero o la movilidad exterior, se está tratando de eliminar el término ‘fracaso’ de la ecuación ante un posible tropiezo en la última jornada.

Pero el subconsciente es peligroso y a Gallareta ya estuvo a punto de traicionarle ayer. «No entrar en el ‘playoff’ sería un disgusto muy grande», aseguró el centrocampista vasco, un miedo que puede jugar a favor de la Deportiva.

Y es que en cuanto a ilusión los blanquizales no tienen rival. Lo que hace unos días parecía imposible se ha convertido en una posibilidad real que están dispuestos a luchar hasta el último aliento, porque la oportunidad bien lo vale.

Pase lo que pase el domingo la fiesta está servida. ¿Quién iba a pensar que aquel fatídico encuentro en el Ángel Carro que la Deportiva iba a estar dos temporadas después luchando de nuevo jugar la promoción?

Esta vez será El Toralín el que dictará sentencia. La afición se ha volcado con su equipo y si sigue a este ritmo, (solo quedan 1.000 entradas a la venta) el coliseo berciano registrará sin duda la mejor entrada de la temporada para despedir a un equipo que ha tirado de corazón cuando ya no tenía fuerzas para seguir remando, como en un poema de Walt Whitman.

El viaje está a punto de terminar. El barco ha sobrevivido a los escollos. El puerto está cerca. ¿Ganaremos el premio que anhelábamos, capitán?
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