ODS 17: La alianza de los miserables

Quinientos millones de europeos y 300 millones de norteamericanos vivimos por encima de todas las posibilidades, mientras 6.000 millones de personas viven por debajo del mínimo umbral de dignidad. Los Estados y sus alianzas funcionan más como dinosaurios que como ágiles instituciones de gobierno del siglo XXI.

Valentín Carrera
20/01/2020
 Actualizado a 20/01/2020
Fotograma de ‘Los Miserables’.
Fotograma de ‘Los Miserables’.
Concluimos hoy esta serie de artículos, bajo la rúbrica #Bierzo2030, sobre los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU, que he intentado abordar desde una perspectiva regional y local, a sabiendas de que muchas metas y tareas son globales y solo podrán mejorar o resolverse globalmente, con un enérgico compromiso de todos los países, y en especial de los más ricos y poderosos, que acostumbran a comerse el primer plato, el segundo y el postre de los débiles.

Parece ingenuo querer eliminar el hambre, el analfabetismo, la desigualdad o la desertización desde el ámbito local, pero me gustaría que fuésemos todos un poquito más humildes: yo me contentaría con que en nuestra comarca, por ejemplo, hubiera hambre cero y analfabetismo cero. Nos podemos ocupar del hambre en Haití o en Sudán, perfecto; pero ni con caridad ni con ongs está en nuestra mano revertir políticas mundiales devastadoras.

Otra cosa es que uno a uno, sumemos nuestra solidaridad para torcer el brazo de los imperialismos, de lasmultinacionales, de la banca, de las eléctricas, de las farmacéuticas, de las petroleras, de todos los lobbies basados en la explotación.

Pero antes de ocuparnos del hambre en Haití, ¿qué tal si nos preguntamos por el hambre en Cacabelos, por la pobreza en Fabero y Villablino, por la desigualdad en Ponferrada, por el aire envenenado en Toral de los Vados, por los ríos intoxicados en Oencia y La Cabrera, por la energía colonizadora en Cubillos?

Quiero decirles que los ODS no son algo lejano y misterioso, ni tampoco el decálogo sagrado de las Tablas de la Ley; no necesitamos subir a la Cumbre por el Clima, que viene a ser el monte Sinaí del cambio climático, para escuchar ningún mandato divino: es todo más sencillo, podemos practicar los ODS en zapatillas de andar por casa; y prestar nuestra sensibilidad y nuestros cuidados al mundo concreto que nos rodea. Esto será sin duda lo más eficaz, y en todo caso, es algo que podemos hacer, que está a nuestro alcance.

Una sociedad que se tiene por tan democrática y benéfica como la nuestra, no puede consentir que un solo niño viva en la calle de enfrente sin techo, crezca sin escuela, se desarrolle sin médico ni vacunas, quizás por ser rumano, árabe o gitano; o que sus padres pueden ser excluidos, o desalojados de un piso porque no hay vivienda pública; o la anciana jubilada cuya pensión no alcanza para vivir, sobreviva aterida, tiritando en la pobreza energética.Una sociedad progresista no puede consentir industrias obsoletas, en la dirección contraria al progreso, ni un solo plástico más, ni productos contaminantes, ni chimeneas tóxicas. Todo el modelo industrial del siglo XIX tiene que ser revisado, repensado. Y este es el reto de los 17 ODS. El último objetivo habla de las alianzas, y todos estamos algo aburridos de esas magnas conferencias del Postureo Mundial, quiero decir, desde la Asamblea General de la ONU, donde se derrocha tanto tiempo y energía en vetos, zancadillas y mercadeo (recordemos que mandan cinco países y los demás hacen el coro), hasta todas esas combinaciones de poder global -G7, G8, G10, G15, G20, G24, G77, la UE (con y sin Reino Unido), Mercosur, los BRICs, la Alianza del Pacífico y unas cuantas más- cuyas reuniones estelares avanzan a velocidad de tortuga. Corren más el hambre, la pobreza y los humos tóxicos que las Cumbres de París y Madrid.

Quinientos millones de europeos y trescientos millones de norteamericanos ricos -entre los que también tenemos un 20% de pobres-, vivimos por encima de todas las posibilidades (de esta generación y del planeta Tierra), mientras 6.000 millones de personas viven por debajo del mínimo umbral de dignidad. Por ello necesitamos otras alianzas distintas a las de los Estados y los poderosos. Los dueños del mundo son parte del problema y no van a corregir el rumbo de su alocado Titanic. La solución está en manos de lo que Victor Hugo llamó Los Miserables, los protagonistas de la película Novecento, es decir, ‘El cuarto estado’. Los pobres del mundo unidos.

El ODS 17 señala el camino en el mundo y en El Bierzo: la Agenda 2030 y #Bierzo2030 significan el pacto de la ciudadanía por abajo, la acción solidaria e inclusiva que desborde el estrecho marco de los Estados, la alianza de los miserables, la gobernanza del cuarto estado. #ODSéateBierzo!
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