Secundino Llorente

Octava reforma educativa en los últimos 40 años de democracia

05/03/2020
 Actualizado a 05/03/2020
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Más de lo mismo. Una vez más. El objetivo de la nueva reforma educativa es enviar a la Lomce de José Ignacio Wert ‘al baúl de los recuerdos’. Coincidimos en la mayoría de los cambios, pero en lo que no podemos estar de acuerdo es en que seguimos modificando la ley cada vez que cambia de color el gobierno por la única razón de «eliminar la norma aprobada por el gobierno anterior del partido contrario». La trayectoria de los últimos años es realmente increíble y casi vergonzosa. Esta Ley Celaá o ‘Anti-Wert’ será la octava reforma educativa en cuarenta años de democracia después de Loece, Lode, Logse, Lopeg, Loce, LOE y Lomce. Para los que soñamos y creemos que «es necesario y urgente un pacto educativo en España» se nos cae el alma a los pies porque a la vuelta de ‘los otros’ estamos seguros de que llegará la novena reforma, la ‘Anti-Celaá’. ¡Qué lástima! ¡Pobres alumnos!

Esta norma, elaborada por el Ministerio de Isabel Celaá, ya fue aprobada hace poco más de un año, el 15 de febrero de 2019, cuando se produjo el adelanto electoral. Fue un acto simbólico porque se hizo exactamente el mismo día que se disolvían las Cortes, pero ya amenazaba la ministra: «Tenemos ley y la aprobaremos si repetimos gobierno». Esa es la nueva ley aprobada el martes que presenta algunos retoques para recoger la ideología-Podemos del nuevo Gobierno de coalición. Estos son, a nuestro modo de ver, los cambios más significativos de la ‘Ley Celaá’:

El hecho de que la calificación de Religión se tuviera en cuenta en el cálculo de la nota media para los procesos de acceso a la universidad o de obtención de becas con el mismo valor que las Matemáticas o la Biología estábamos convencidos de que tenía los días contados. Era lo esperado. Pero, al no existir una asignatura ‘espejo’, como ocurre ahora con Valores Éticos, van a surgir problemas discriminatorios y organizativos en los centros. ¿Los de Religión tienen una asignatura más? ¿A qué hora se impartiría? ¿Se convertirá en una actividad extraescolar?

La posibilidad de obtener el título de Bachillerato ‘por compensación’, con una asignatura suspensa, como ya ocurre en la universidad, al final de carrera, lo consideramos un acierto. Para los que hemos tenido la oportunidad de participar en muchas evaluaciones finales de segundo de bachillerato no es una novedad ya que estamos acostumbrados a luchar para que ningún alumno se quede sin acceso a la universidad por una sola asignatura suspensa, si no la había abandonado. Esto lo hemos hecho siempre en León y en Cataluña se conceden títulos de Bachiller con un suspenso de forma oficiosa, aunque oficialmente no se pueda. Se han adelantado a esta norma. Vemos un peligro al establecerlo por ley, porque el problema estará en que los alumnos terminarán por dejar esa asignatura, ya que saben que al final se les aprueba. Así seguimos rebajando el nivel.

El Bachillerato podrá cursarse en tres cursos, en vez de dos. Se busca a toda costa que los alumnos no repitan curso. La finalidad es que no se traumaticen los que se vean obligados a repetir. En caso de suspender más de dos asignaturas en primero, el bachillerato pasará a tener tres cursos. En el segundo año el alumno cursará una mezcla de asignaturas pendientes de primero y las que elija de segundo. Y el tercer año todo lo que quede pendiente. La ocurrencia es mágica. De un plumazo hemos eliminado los repetidores en bachillerato. Ya no volverá a haber alumnos humillados. Y además es una buena forma de maquillar las estadísticas de repeticiones. Estas serán las razones de tal ocurrencia porque para el alumnado es un regalo envenenado ya que la repetición existe y lo que cambia es el eufemismo para denominarla. Además, esta mezcla de asignaturas de varios cursos puede funcionar en la universidad, pero en el instituto es prácticamente imposible. Ya lo intentaron en Cataluña hace una década y el modelo no funcionó porque era irrealizable e inviable cuadrar los horarios de 1º y de 2º para que a cada alumno le coincidan sus materias pendientes. Los profesores de secundaria estamos convencidos de que este modelo de bachillerato de tres años es imposible.

Desaparecen los Programas de Mejora del Aprendizaje y del Rendimiento (PMAR), unos itinerarios acomodados a alumnos con menor rendimiento, la modalidad Aplicada, más sencilla, que les excluía de cursar Bachillerato y les enviaba directamente a la Formación Profesional. Tengo mis dudas sobre esta decisión porque estoy de acuerdo y me encantaría que todos tuvieran la oportunidad de acceder a la universidad, pero tengo miedo a que alguno no pueda seguir el ritmo y caiga en el empeño.

Para acceder a la universidad volvemos a la misma selectividad anterior a la Lomce que, junto con las calificaciones de Bachillerato, valorará la madurez académica para seguir los estudios universitarios. Totalmente de acuerdo con esta decisión, pero han faltado agallas para afrontar la ‘selectividad única’ en España porque esta arbitrariedad viene ocasionando cada año atropellos, injusticias y lágrimas en muchos alumnos. Lo más fácil es hacerse los suecos y no enfrentarse a las autonomías.

La ley intenta profesionalizar a los directores, aunque pierden poder con relación al Consejo Escolar. Se cambia el procedimiento para la selección de los directores. Y será el consejo escolar y no la Administración la que decida, como proponía la Lomce. Totalmente de acuerdo con estas medidas. Yo iría más allá y daría más importancia al Claustro de profesores en la elección de director. Jamás podrá funcionar bien un equipo directivo sin el apoyo del claustro.

También compartimos la idea de afrontar la reforma de la carrera docente y los aspirantes a profesor realizarán prácticas en escuelas durante un periodo de un año como paso previo a su titulación.

¡Pobres castellanoparlantes de Cataluña, Baleares o la Comunidad Valenciana! Lo van a tener ‘crudo’. La norma deja en manos de las autonomías la misión de garantizar que sus alumnos reciban o no alguna enseñanza en castellano.

También, ¡pobre Concertada! Se auguran tiempos difíciles para la enseñanza privada. Se elimina el concepto de «demanda social» para la planificación de las plazas escolares. La segregación por sexo en los colegios se pone en el punto de mira. No debo opinar en este punto por miedo a no ser imparcial ya que he sido profesor y defensor de la enseñanza pública siempre. Pero opino que no se puede privar a los padres de su derecho a la elección de centro docente para sus hijos.

En resumen, en mi opinión y con los matices anteriormente expuestos, coincido con la mayoría de las medidas del proyecto de Ley Orgánica de Modificación de la Ley Orgánica de Educación (Lomloe) aprobada el día 3 de marzo de 2020 por el consejo de ministros, pero creo que se ha quedado incompleta al afrontar solamente temas partidistas, fáciles y no problemáticos como dar más facilidades a los alumnos para conseguir sus títulos académicos, abandonar la enseñanza en castellano en algunas comunidades, suprimir los itinerarios y las reválidas, eliminar el valor de la religión para títulos académicos o priorizar la pública sobre la privada. Eso es lo más cómodo, sencillo y popular. Se han olvidado de los temas complicados e importantes, pero que ‘escuecen’, como el fracaso escolar y los desastrosos resultados de Pisa, la selectividad única en toda España, el fiasco del bilingüismo, la eliminación de diferencias en el curriculum y en los contenidos de los libros de texto de las diferentes autonomías y otros muchos temas conflictivos que sólo tendrían solución con un PACTO EDUCATIVO del que también este gobierno se ha olvidado.
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