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Obesidad legislativa

04/12/2021
 Actualizado a 04/12/2021
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La obligación de un Gobierno es la de legislar pensando en el bien común. Tampoco creo equivocarme si afirmo que es digna de estudio la rapidez que se aplica a la hora de regular legalmente ciertos aspectos, mientras otros quedan guardados en un cajón sine díe. En lo que no hay consenso es en los límites hasta los que puede llegar un gobierno democrático a la hora de legislar.

El último caso que nos obliga a reflexionar es el anuncio de un real decreto que regule la emisión de publicidad de alimentos y bebidas no saludables dirigidas al público infantil. El argumento esgrimido por el ministro Garzón y por los defensores de esta propuesta es que los menores son personas consumidoras vulnerables y que el Gobierno tiene la obligación de protegerles frente a la publicidad. Si a esto unimos la certeza de que la obesidad y el sobrepeso son ya una epidemia mundial, parece que a priori no debería haber debate, pero incluso en temas aparentemente tan evidentes también hay que detenerse y observar ciertas aristas.

¿Debe el Estado eximir de responsabilidad a los progenitores en su obligación de garantizar una alimentación saludable de sus hijos? ¿La prohibición de papá Estado debe suplir a los noes que deberían salir de la boca de padres cuando sus vástagos reclamen insistentemente una bomba calórica? ¿No corremos el riesgo de que con medidas como éstas, los padres huyamos todavía mucho más de nuestra responsabilidad educacional en todos los sentidos?

Seré mal pensado, pero se intenta transmitir que esta nueva ley es para proteger a los niños de las marcas que venden calorías por doquier en sus productos, cuando realmente lo que se intenta hacer es proteger a los menores de la ineficiencia de los adultos. A largo plazo esta política es contraproducente, ya que quita la responsabilidad de saber decir no a quien tiene que hacerlo. ¿Hasta dónde tiene el Estado que proteger en este caso a los menores? ¿Habría que actuar legalmente contra los padres de los niños obesos?

Entiendo que tanto la salud física como mental de nuestros pequeños debería ser considerada igual de importante. Entonces prohibamos los anuncios de juguetes de alto coste, para evitar que los niños de familias desfavorecidas no tengan un trauma por no poder acceder a dichos juguetes. Puestos a proteger, hagámoslo con todas las consecuencias. Nadie dijo que ser padre fuera fácil, así que evitemos ayudas externas a golpe de legislación y asumamos nuestra responsabilidad, huyendo de la ayuda de papá Estado, la cual no siempre es la correcta y puede estar influenciada por ciertos intereses.
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