Nunca tires una vieja llave

18/05/2021
 Actualizado a 18/05/2021
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Uno de los recuerdos que guarda el escritor Julio Llamazares de sus paisanos de Vegamián cuando se iban de sus casas porque llegaba el pantano es que todos ellos cerraban la puerta y guardaban la llave en el bolso, «a pesar de que sabían perfectamente que jamás regresarían allí», reflexiona sobre la paradoja.

Algunas de las escasas imágenes del No-Do existentes sobre el destierro y la ignominia que sufrieron unos años antes los vecinos de Oliegos, expulsados por otro pantano, el de Villameca, es asimismo la secuencia de una mujer que espera en la calle con un hijo en brazos, el marido sale de la casa, cierra la puerta y guarda la llave en el bolso. También él sabe perfectamente que jamás regresará a esa casa.

No hace mucho, en medio de los recuerdos tristes de la batalla por el cierre de Riaño se coló la entrañable historia de un guardia civil que regresó al pueblo para darles la llave de la iglesia, que se la había entregado el cura cuando cerró el templo por última vez.

Las llaves encierran la historia de una casa, la vida de muchas familias, de generaciones y generaciones.

Tal vez por ello, el ganadero de las llaves de la foto, que regresó a su tierra y al oficio de la familia después de estudiar una carrera y vivir lejos, conserva como oro en paño cada una de las llaves de la historia familiar: delas casas, los portones, las cuadras, las del portalón... las de muchas vidas.
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