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Nunca nos toca nada

25/05/2015
 Actualizado a 14/09/2019
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Uno de estos días a ver si saco tiempor para ir a ver mi analista y asesora política de referencia, la Tía Erótida, para desgranarle lo que han dado de sí las elecciones. Repasaremos la quiniela en la que no di ni una porque yo, inocente de mí, apostaba a que Emilio Gutiérrez repetía de candidato, Sofía Delgado iría por Podemos, no habría ninguna alta traición y así todo.

Pero imagino como será el encuentro. Me recibirá con lágrimas en los ojos por el adiós de Xavi Hernández –es muy futbolera ella– y cuando entremos en materia me dirá que verdes las segué, que no tenía que haber echado la lengua a pacer, que el que tiene boca se equivoca, que los penaltis los fallan los que los tiran y que a capar se aprende capando, que seguro que a la próxima acierto, pero de momento he demostrado, siempre tan futbolera ella, tener menos luces que un estadio de tercera división.

Y cuando hablemos de los resultados dirá que muchos votan con miedo, que seguro que piensan que más vale pájaro en mano que ciento volando, que mejor lo malo conocido que lo bueno por conocer. Y dirá que, al fin y al cabo, siempre ha habido clases y que aunque ya no haya café –de puchero, claro– para todos, pagar, vamos a seguir pagando los mismos, porque todos tienen el mismo pelo, tanto monta tanto Isabel como Fernando y lo mismo da Juana que su hermana.

Pero concociéndonos, terminaremos, otra vez, haciendo nuevas quinielas para las próximas generales, que ya asoman a la vuelta de la esquina. Le preguntaré por las posibilidades de Pablo Iglesias, si se verá algo de lo que fue el 15-M y, casi seguro, me dirá que todavía es pronto para estas cosas porque lo que no empieza en las escuelas no será y todavía quedan muchos de los de la letra con sangre entra. Me echará la reganiña por volver a hacer cábalas y apostillará como siempre que no sabe para que hacemos tanta quiniela, y más en esto, si total, nunca nos toca nada.
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