22/10/2015
 Actualizado a 02/09/2017
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Nunca, jamás, en ningún momento, en ninguna ocasión, bajo ningún concepto me encontrarán en lugar alguno donde la participación esté cerrada a alguien en razón de su sexo, más aun si el acto al que se acude tiene como objetivo reivindicar un problema de salud que afecta, no por igual, pero sí que indiscriminadamente tanto a mujeres como a hombres.

El pasado domingo recibí en mi teléfono una imagen que una amiga enviaba para dar constancia del éxito de la conocida mundialmente como ‘carrera de la mujer’.

Llamó mi atención la importante presencia de multitud de hombres que vestían la camiseta rosada y que estaban preparados para salir a correr en compañía de sus parejas, madres, hijas, amigas o desconocidas. Advertidos de la imposibilidad de hacer tal cosa en nuestra ciudad, otra amiga pidió a la primera que identificara ciudad y país donde de manera respetuosas se optaba por compartir y no por segregar y discriminar.

Contestada fue la petición por parte de la primera diciendo que esa carrera tenía lugar en una pequeña ciudad como la nuestra, era Monclova, Coahuila (México). Esta ciudad, como tantas otras en el mundo, han dado ejemplo de respeto y solidaridad para con todos.

Participo y quiero participar en todo aquello que afecte a las personas. No es aceptable, en ningún caso, que la mujer sea vetada en ningún tipo de actividad, sea cual sea el objetivo y finalidad, pero del mismo modo no debe aceptarse lo contrario. Sé que muchas, la inmensa mayoría me atrevería a decir, de las mujeres que corrieron el pasado domingo por nuestra ciudad hubieran preferido hacerlo en compañía de algunos de los suyos que no pudieron hacerlo. Llegará el día, que espero próximo, en que ese acto reivindicativo sea global y que por tanto en él todos podamos participar por igual, sin exclusiones ni vetos. Será mejor para todos.
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