Imagen Juan María García Campal

Nombres: personas, paisajes

21/09/2022
 Actualizado a 21/09/2022
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Hoy, si lo dominase, escribiría en bable, o en asturleonés por no provocar, o en mi sencilla, incorrecta segura, trascripción del asturiano que, en días de contento, me viene a la boca ignoro desde qué recóndito rincón de lo que soy.

No tema, no sufro ataque alguno de patriotismo chico. Sepa que si al cerrar vital balance me preguntasen: «de dónde eres?, ¿de dónde vienes?”, yo, con Pedro Casaldáliga, “...sin decir nada, / abriré el corazón lleno de nombres”. Los de todas esas personas, suertes, y lugares, paraísos, con y en los que, ora un instante, ora un largo tiempo, me sentí pleno, privilegiado de la vida; con y en los que, si no fuera por conciencia de humanidad y mundo, escribiría que «fui feliz».

No, hoy me fuerzo a evitar la transcripción del asturiano que en mi voz perdura desde este fin de semana en que fui a los XIV Encuentros Poéticos de Les Cuerries de Espinareu, concejo de Piloña, que fragua el poeta Armando Vega con el fuelle de Alejandra Capdevila; acaso desde que entramos en la aldea tras los sones de la gaita de Sonia Estrada y el tambor de Marco Zarabozo y mis ojos se colmaron aún más de los agrestes y ancestrales paisajes atravesados hasta allí y todos los que desde allí se divisan. Trasmite el lugar, aun el poético bullicio, esa paz especial tantas veces añorada en la ciudad.

No, no hablaré de lo escuchado, de lo aprendido, ni de los poetas (masculino plural inclusivo) que lanzaron sus versos, como yo mis renglones cortos, al aire de los valles y montes circundantes. Ocuparía todo el periódico y no hay que abusar.

Sí lo haré de las parejas suertes que me fueron regaladas. Pues suerte fue visitar La Casa del Tiempo, en Infiesto, y en ella la exposición ‘Los 13 del Sidrón’ y, aún más, hacerlo guiados por Mónica Gutiérrez cuyo saber y entusiasmo hace que uno se retrotaiga a los tiempos del Homo neanderthalensis y aprenda y salga de allí enriquecido de saber. Como suerte es la maravillosa de relojes que guarda La Casa y la erudición, sobre ellos y más saberes, conque nos la enseñó Pedro Suárez. Curioso, solo el tiempo evitó la que hubiese sido una larga conversación sobre cosas del vivir.

Y cómo cerrar mi crónica de estos paradisíacos días sin citar a Noelia Iglesias y Javier Sánchez, del Restaurante Los Caños, que nos los festejaron con su cocina y cuya fabada, cual tentadora manzana, aún ahora que escribo me espera y de cuyo pecado gozaré en nada para, a seguido, redimirme con su arroz con leche.

Nombres: personas, ¡suertes!; paisajes, ¡paraísos!

Buena semana hagamos y tengamos. ¡Salud!
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