Los manazas desmontamos una ventana y estamos convencidos de que al ponerla le va a sobrar un cristal;los manitas desmontan la casa, colocan las piezas en orden, y no les sobra ningún tornillo.
Los manazas juramos cuando nos parece imposible que no seamos capaces de encajar dos piezas, cuando una hoja partida por la mitad se convierte en un puzzle. Los manitas sonríen cuando finalizada la difícil reconstrucción no sobra ni una pieza, aprietan los tornillos y a otra cosa.
Pocos más manitas que aquellos que acoplan su mundo a un reducido espacio, muchas veces una modesta furgoneta en la que tiene cabida lo más impensable. Jamás olvidaré la furgoneta de Electricidad Aldonza, de Nogarejas, recorriendo Cabrera y solucionando chispazos. Ni un milímetro libre, ni podía llevar a nadie en el asiento del copiloto pues iba abarrotado de cachivaches, pero le pedías una regleta e iba directo al rincón donde estaba, sin dudar. Mágico.
¿Y nunca has reparado en las estanterías de los vendedores ambulantes? Una abarrotería con ruedas.
Los hay que llevan su vida en su furgoneta. No todos van a ser campeones del mundo y de cada esquina sacan botas, casco, ruedas, tornillos, trajes, saco de dormir y hasta amuletos.
Y ni les sobra un milímetro ni les falta un tornillo.
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