No hay cadenas para el mar

08/03/2023
 Actualizado a 08/03/2023
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Ese gran ser humano que era Antonio Pereira –lo de maestro del cuento o poeta ya lo reconoce todo el mundo– tenía una forma muy suya de animarte frente a la monotonía diaria, de enseñarte a poner las gafas del optimismo aunque a tí te pareciera que no había motivos.

Si pasabas a hacerle una visita por su casa de Papalaguinda –yo diría que siempre tenía la puerta abierta– siempre acababas en su escritorio, allí donde andaba corrigiendo y recorrigiendo aquellos cuentos que escribía a mano; y él abría la ventana, que daba hacia un patio de vecinos como todos los patios de vecinos y te invitaba a mirar.

Allí tú veías un patio de vecinos pero Antonio te preguntaba: «¿Cómo está hoy el mar?, ¿se ven barcos en el horizonte?».

Y limpiando aquellas gafas que él llamaba de culo de vaso decía: «Por la mañana estaba revuelto, me despertaron las olas golpeando contra el muro».

Puedes ver en la imagen unas cadenas que atan las manos. Pero también puedes soñar con que no lo son, ver que son frágil papel y se pueden destruir, sólo hay que dar el paso de querer romperlas y abrir las ventanas que dan al mar, aunque parezca un patio de vecinos.

Y hoy es muy buen día para soñar con el mar.
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