05/10/2022
 Actualizado a 05/10/2022
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«De vuelta de una gloria inexistente», aquí regreso, después de estos meses en los que atreverse a abrir un periódico era un «pena con pena y pena desayuno», meses, lunas, ya estaciones, no tardará en ser años, en los que las malas noticiasse colaban, se cuelan, como el frío por debajo de las puertas y había, hay, que poner toallas, quiero decir, poemas, versos enrollados taponando las rendijas, los resquicios por los que se podía, puede, escapar el calor de la bondad, por los que podía, puede, entrar y congelarnos la indiferencia o la crueldad. La poesía sigue siendo un arma cargada de futuro, es el futuro. Si al submarino ruso K-329 Belgorod le apodan «el arma del Apocalipsis», entonces, la poesía ha de ser nuestra espada del Génesis para expulsar a estos malvados.

De vuelta, aquí de nuevo, descanso del verano. Bendita rutina. Los veranos se han vuelto cada vez más exigentes, las vacaciones un asunto esforzado. Primero nos convencieron de lo benéfico del trabajo, nos colaron la fórmula torticera de que trabajar es realizarse. Como no se conforman, como saben que no hemos leído el Elogio de la ociosidad de Bertrand Russell, como no pararán hasta ocuparnos del todo, han convertido también el ocio en un ‘nec-otium’, en la negación del ocio, que es básicamente un no hacer nada, transformado en un negocio que es estar ocupado. Lo están logrando, sólo vale hacer, producir. Sois lo que hacéis, nos susurran desde los anuncios. Saben que no hemos leído a Pessoa: «No hagas hoy lo que puedas dejar de hacer mañana. Ni siquiera es necesario que hagas algo. No hagas nada. Preocúpate tan sólo de soñar con perfección. Porque sólo en eso podrás ser tú mismo». Hasta soñar estamos olvidando y compramos lo que nos venden como sueños. Hemos perdido ese tiempo que era nuestro, vacío y de silencio, para llenarlo de viajes, de planes, de experiencias, de lanzarse por barrancos y comer escarabajos fritos.

Benditos estos últimos días de septiembre, bendito este sol de ahora, también él relajado, después del estrés al que lo someten todo el verano. Benditas estas tardes en los que uno casi acierta, se acerca a no hacer nada, nada más que apenas recoger del suelo unas avellanas, observar cómo danzan las avispas entorno a las peras y dejar en el árbol las manzanas unas semanas más.

Me alegra volver a saludarles. Viva San Froilán.

Y la semana que viene hablaremos de León.
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