Nieves, el último beso

No solo se murió Nieves la de Los Tocineros de Sabero. Cerró la última tienda de ultramarinos, se acabó una forma de ser comerciante y luchadora, ya nunca más te dirá aquello de "dame un beso, para una vez que pillo"...

Fulgencio Fernández
26/11/2017
 Actualizado a 18/09/2019
Fernando y Nieves Fernández de la Verdura, ‘Los tocineros’ de Sabero. La muerte de Nieves cierra más de un siglo de historia de la tienda. | MAURICIO PEÑA
Fernando y Nieves Fernández de la Verdura, ‘Los tocineros’ de Sabero. La muerte de Nieves cierra más de un siglo de historia de la tienda. | MAURICIO PEÑA
Nieves ‘La de los tocineros’ de Sabero tenía «su punto de ironía», fruto de 84 años de una vida de mucha lucha y de estar en el mostrador de una vieja tienda, donde tanto se ve, hasta el último día. «Dame un beso, que para una vez que pillo a un hombre...».

No te los pedirá más. Ya dio su último beso, el invierno pudo con ella y el pasado día 12 cerró su historia y con ella cierra la historia de la vieja tienda de ultramarinos, de una forma de entender la vida y el comercio, de vivir, con sus achaques, con sus dolores de rodilla... Ver estos días a su hermano Fernando, con su eterna faria en la boca, desmontando las baldas de aquella vieja tienda, que es en sí misma un museo, resulta duro. Sabes que cuando baje las viejas trapas aquel ruido será el último lamento de la tienda de Los Tocineros.

- ¿Qué tal Nieves?
- A ver si aguanta el sol, a mí este invierno me mata.

La conversación es de tan solo unas semanas antes de ser realidad.

Ya sólo Fernando puede contar esa larga y rica historia que nace en Canseco, la tierra de unos antepasados que iban por el valle vendiendo tocino y un día pensaronsi no sería mejor quedarse y abrir un comercio, que abrió las puertas en 1890. Pero al tocino se fueron sumando tantos otros productos: alpargatas, calderos, lecheras, madreñas, paraguas y hasta vino... una tienda de ultramarinos en toda regla, que por más nombres que tuviera siempre sería la de Los tocineros.

Creció el negocio con Manuel Fernández pero la larga huelga minera de 1917 les arruinó. Se emitieron vales para pagar con ellos y nunca pudo hacerlos efectivos.Pero salieronadelante, llegó en 1927 el recordado Don Pedro, añadió Fonda a la tienda, y La tienda de Pedrón volvió a crecer, superó como pudo y como tantos la guerra, abrió la Funeraria San Pedro y en los años 60 ya se quedaronal frente Nieves, Fernando y Manuel Fernández de la Verdura, que también, siguiendo la tradición familiar, ampliaron el negocio con una sucursal del Banco Central.

Y una filosofía de buena gente, además de buenos tenderos, la heredada de don Pedro, que recogía la copla: «Ha llegado el día del pago / algunos le van a pagar, /otros muy tristes decían / «sólo te doy la mitad». / Pero don Pedro muy bueno / una palmada les da, / «¡no te apures compañero! / que ya me lo pagarás».
Sin copla, lo recuerdan igual muchos ganaderos de Fernando, tratante de ganado, pues siempre le tiró la ganadería y hasta muy mayor la tuvo...

Pero el motor era Nieves, que se quedaba en la tienda, que te preguntaba aquello tan de la casa: «¿Cuándo viniste?, ¿de dónde vienes?, ¿qué nos traes?». Antes de iniciar un viaje al país de las sorpresas por aquellas estanterías en las que había gramolas, discos de vinilo, televisiones ‘con culo’ y sin TDT, cuadros de El Godo, jabón Lagarto, flores, naranjas en las que te pintaba Nieves una cara, viejos aparadores y alacenas, flores de temporada, alpargata, sandalias de playa en invierno, cristos de plata, tricornios de la guardia civil, lamparas, colchones, una lavadora a 125 watios, pinturas Titanlux...

Un mundo que no tiene sentido si no le puedes dar un beso a Nieves.
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