Observas hoy la foto, en mitad de la alarma confinada, y casi todos pensamos en el encierro, en la soledad de las calles... como hicieron los de la ciudad cuando pudieron ver algún día las suyas también vacías, incluso las plazas.
Pero no te engañes. La trampa está en que miras la fecha y te sugestionas con tantas noticias con las que te bombardean horas y horas al día por tierra, mar y tele.
La fotografía, tal cual, la podría haber hecho Mauri otros 300 días del año, a cualquier hora del día, en cientos de los más de dos mil pueblos que tiene esta provincia que se ha quedado sin gentes para llenarlos.
No te cuento la cantidad de días que hemos llegado a un pueblo a buscar a alguien y das vueltas y vueltas y las calles están vacías, «ni un alma a la vista», en expresión vieja. Hasta que ves salir humo de una chimenea o se mueve una cortina y llamas a la puerta.
Cuando desde la ciudad nos repiten lo de «qué bien se vive en el pueblo» ¿se refieren a la posibilidad de no contagiarse porque no tienes de quién o a estos largos días de calles en soledad?
¿Qué envidian más eso que llaman la paz y la tranquilidad o la poca gasolina que gasta el vehículo aparcado en mitad de la nada?
La vida es muchas veces así. Pero tú ven cuando quieras, no te prives.
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