Ni San Isidro Labrador

El campo celebrará el miércoles San Isidro Labrador, el patrón al que se ruega por la protección de las cosechas, entre otras cosas. Volverán el escabeche y el cordero a las mesas de los teleclubs y casas de culturas, en algunos pueblos habrá procesión y en muchos no habrá nada. En otros tantos, la fiesta se pasa para el sábado o el domingo, porque el miércoles estarán cuatro. Así, seguro que en la rogativa de este año al santo madrileño se incluye la despoblación, que sería todo un milagro que, al menos, se frenara la sangría poblacional, no ya en las localidades más pequeñas, sino en toda la provincia.

Al margen de canonizaciones y cultos, que bien vendría un ‘Ysidorus Agrícola’ al frente de lo público. Fíjense que se adelantó casi 1.000 años al autoguiado que hoy ya tienen prácticamente todo los tractores. Los bueyes del jornalero araban solos mientras él rezaba, como también riega ahora el satélite por algunos que están en otras parroquias. Y si San Froilán domesticó al lobo, también San Isidro lo espantó para que no le comiera el burro, cosa que estos días no se logra en la montaña leonesa –casi ni el sur de la provincia– ni metiendo los terneros en casa. Por si fueran poco los anteriores milagros, sacó a un niño de un poco haciendo subir el nivel del agua con sus rezos y evitó las denuncias del patrón que lo acusaba de holgazán. En plena Edad Media, según los códices, claro, la acusación no prosperó, al contrario, el Isidro que aun no era santo acabó administrando haciendas. Puede que tuviera que ver lo que hoy llaman apuesta por el cooperativismo, y que primitivamente el homenajeado este miércoles ya practicaba repartiendo la cosecha a sus iguales y no solo a los señores y al clero.

Con esta vida que nos han contado del santo, cada cual le honre o no, en la procesión, en la barra, en las tierras, en casa o en ningún sitio. Sea lo que sea, pena que el voto no valga para el 26.