07/10/2019
 Actualizado a 07/10/2019
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El regreso de las vacaciones tiene mala prensa. Sin embargo hay que reconocer que supone, más que un trauma, una nueva conexión con aquello que somos, aunque sea sin quererlo. Al cronista, recién regresado a Cataluña le salen al encuentro todas las excentricidades posibles por parte del separatismo, y, sin embrago, y para su propio asombro, «ni siente ni padece», Como asegura Aurelio Recuero, ese personaje de ‘Gente que conocí en los sueños’ de nuestro Luis Mateo Díez, recién editado con dibujos por Nórdica: «ya ni entro ni salgo». Lo que nunca dirá es: «Me voy con viento fresco».

Es lo que ocurre cuando se analizan a fondo los nacionalismos que llevan siglos naciendo y renaciendo, caminando hacia adelante y retrocediendo, sustentados en medias verdades, cuando no en mentiras flagrantes o en mentiras piadosas, que no aguantan un telediario. Es lo que ocurre cuando las élites enseñan la patita cada vez que la bolsa suena. Es la trampa saducea de unos agitar el árbol para que otros recojan las nueces.

Que España sea o no sea un cuento, inventado por los Reyes Católicos, a estas alturas y en pleno siglo XXI, tal vez no venga a cuento. España es un país diverso, como tantos, y con diversidad de lenguas y costumbres, pero que ha sobrevivido siglos y ha aguantado el acoso de otros países y otras gentes que vieron aquí una posible tierra de promisión, pero que se encontraron con que los nativos se unían para expulsarlos una y otra vez de sus preciadas tierras. ¿Es eso suficiente para conformar una nación? Vaya usted a saberlo. Pero, por favor, déjennos en paz aquellos que no piensan en eso sino en hacerse con la llave de la despensa.

Aurelio Recuero, el personaje de Luis Mateo, de taberna en taberna hasta bien entrada la noche, regresa a su hogar de madrugada y levanta la sábana del lecho en el que Belinda Suance duerme. La despierta y se sincera: «No me entienden… Unos se conturban, otros se aburren, y los demás se hacen de rogar». Pero la respuesta de Belinda es contundente: «Son ya demasiadas las correrías, tenías que recogerte, aunque en casa tampoco haces mucha falta. Y otra cosa te digo….lo mismo cuando salgas que cuando entres, tienes que cerrar la puerta». Y es que, la puerta del nacionalismo, estés dentro o fuera, hay que cerrarla siempre.

Porque no hay nación que no sea nacionalista. Y las naciones se unen unas a otras por conveniencia. Por los intereses de unas élites que suelen buscar su beneficio únicamente. Si se rompen, dejan heridas abiertas. Ni salgo, ni entro.
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