Ni danzantes, ni danzantas: las fiestas que esperan otro abril

Este sábado fue el día del Voto a la Virgen de las Angustias en Pobladura, una celebración que no fue en la calle pero sí en las ventanas a las que llegaba el sonido de la iglesia

T. Giganto
19/04/2020
 Actualizado a 19/04/2020
Los arcoiris que lucen en las ventanas estos días salieron con las tormentas en el cielo, como este en Gordoncillo. | L.N.C.
Los arcoiris que lucen en las ventanas estos días salieron con las tormentas en el cielo, como este en Gordoncillo. | L.N.C.
Tener patio en casa no ha sido esta semana el salvoconducto a la libertad en los pueblos. Nos privó la lluvia de sentarnos junto a la todavía esquelética parra, no hubo excusas para tomar un rato el sol con la mirada perdida en esos rosales en los que empiezan a brotar los capullos, no fue posible trasladar alguna tarea propia de la cocina a la mesa del corral y las tardes se pusieron de tormenta. Nos lo contaba de nuevo la ventana por la que escurrían las gotas de unas lluvias persistentes que han ayudado a mantenerse a resguardo pero también han motivado a que en muchos se despertase el deseo infantil de mojarse bajo la lluvia y de brincar sobre los charcos. Esa misma ventana enseñó a los afortunados de perspectiva que hay arcoiris que salen en el cielo aunque últimamente parece que solo se ven sobre un papel pegado en el cristal. Imposible al contemplar no hacerle una foto para compartirlo con quien no puede mirar desde tu misma ventana para provocar otra tormenta, aunque esta vez de nostalgia y ganas torrenciales de volver a compartir. «Mira qué bonito. A ver si esto pasa pronto. ¿Estáis todos bien? Espero que sí, por aquí de momento nos mantenemos pero esto ya se hace pesado». Los días se ralentizan después de un mes de estado de alarma con tanta incertidumbre como ganas de abrazar, de pasear, de volver a echar una parlada en la plaza, de jugar en el bar la partida… Son días raros cuando debían ser días de fiesta como este fin de semana en Pobladura de Pelayo García o el próximo en Laguna de Negrillos. Han suspendido sus celebraciones del Voto a la Virgen de las Angustias en el primero, a la de La Arrabal en el segundo. Este año ni danzantes, ni danzantas. Las tradiciones quedan en el armario donde las faldas esperan a otro abril para ser almidonadas y donde las castañuelas, más que nunca, reprimen las ganas de ser tañidas con alegría. Ni dulzaina, ni tamboril. Ni procesiones, ni reencuentros. Ni verbenas, ni comedias.

En Laguna de Negrillos tampoco se celebrará la fiesta del Voto que sería el próximo fin de semanaHace ya unas cuantas semanas que el Ayuntamiento de Pobladura de Pelayo García anunció a sus vecinos la suspensión de las celebraciones del Voto tal y como decreta el estado de alarma. Lo hizo con la esperanza de poder fijar pronto otra fecha en la que retomar la fiesta, conocida por ser mantenedora de una danza que guardan como oro en paño sus vecinos. Jóvenes y mayores danzan por las calles del pueblo el día del Voto delante de la Virgen de las Angustias a la que portan vecinos e hijos de Pobladura que nunca fallan a la cita. Este sábado hubiera sido un día que no fue en la calle pero sí en las ventanas de las casas que se abrieron de par en par para dejar que a través de ellas entrase en casa el sonido que salía de los altavoces de la iglesia. Desde allí llegaron a las cinco de la tarde todas las canciones que se hubieran escuchado en la procesión, también el canto a la Virgen y las peticiones que se le hacen. Nunca faltan entre ellas la de que guarde del campo, que llueva si hace falta o que escampe si es lo que más les conviene a los agricultores. Pero a ellas este año se sumó una más: por las víctimas de la pandemia y por que todo pase pronto.

El próximo fin de semana, si no estuviéramos en jaque por un enemigo invisible, se celebraría en Laguna de Negrillos las fiestas del Voto. Sus vecinos las esperaban con ilusión, sobre todo los que no dejan de ensayar la danza durante todo el año. Hace un año a ella se sumaron dos mujeres, dos chicas del pueblo que dieron un paso al frente para bailar los lazos como siempre lo hicieron los hombres. Su ilusión es este año un recuerdo que queda a la espera de volver a repetirse y la fuerza de cada brinco se convierte ahora, con el mismo brío, en el ánimo que envían a cada casa donde por culpa del coronavirus hoy son uno menos. También a las que hay alguien que sufre la enfermedad y la batalla valiente.

Este domingo no hubo resaca en Pobladura de Pelayo García. Tampoco la habrá en Laguna de Negrillos el próximo domingo. "Si de siempre las fiestas del pueblo son inolvidables, ¿cómo serán las próximas de las que podamos volver a disfrutar todos juntos?".
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