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Ni amenazas ni ‘vendettas’

16/02/2020
 Actualizado a 16/02/2020
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Las mociones en los ayuntamientos de la provincia a favor de una autonomía leonesa vienen dando más de un dolor de cráneo al PP y al PSOE. Tanto una como otra organización –ambas frontalmente en contra de que Castilla quede mermada territorialmente– están viendo cómo muchos de sus concejales apoyan que León camine solo sin la traba de Valladolid, que es el eje y fundamento de la actual comunidad autónoma. Aquella famosa manifestación del 4 de mayo de 1984, en que tanto ‘populares’ –por aquella, Alianza Popular– como socialistas apoyaban la segregación regional se ha quedado en un rancio cliché. En la derecha aún pululan por ahí una buena gavilla de personajes de entonces. Y en la izquierda, que desfilaron con el lema «somos socialistas, pero antes leonesistas», bastantes menos.

Pues bien, lo obligado es que los afiliados de un partido observen eso que se ha dado en llamar disciplina, lo que viene a ser respetar la observancia y acatamiento de cuanto emana de los pilares ideológicos. En román paladino, que no se discuta ninguna decisión de quienes mandan. Y mangonean. Pero, asimismo, sería natural y saludable –eso no se contempla– que existiera un debate cuando surgen cuestiones de este calado. Borrarle la personalidad al socio –también llamado militante– y obligarle a tomar decisiones en contra de sus principios o ideas, no conculca otra cosa que la crisis, el desaliento y la decepción.

Y en ese raíl por donde se mueve la política actual hay socialistas, por ejemplo, que vienen tomando a Pedro Sánchez, el líder más líder de todos los líderes de la antes llamada ‘izquierda moderada’, como un auténtico majadero –o un narcisista sin escrúpulos– por el papel que viene jugando con los independentistas catalanes.Y por otras cosas. Lo piensan y lo dicen, aunque no le ponen el cascabel al gato.

Y, de igual forma y por diferentes motivos, lo mismo le está ocurriendo a Casado y a su mano diestra, García Egea, el gran muñidor de la actual crisis interna del PP en León, con su política de respaldar nombramientos al margen del presidente autonómico. Y de todo dios. Ordeno y mando. Los afiliados, muchísimos, sopesan que el partido va para atrás como los cangrejos porque falta sentido común y echar la ‘pata a’lante’ de una vez. Que sería lo suyo. No obstante, dado quien asienta sus posaderas en el sillón grande de la sede leonina, la cosa está jodida.

¿Y qué van a hacer a partir de ahora con los ‘disidentes’? La mayoría –el amigo Pin apostillaría ‘muy mayoritaria’- de los ediles ‘rurales’ no comen de la política. Y acaso los partidos y sus jefes sí vivan de ellos cuando llegan las elecciones. El turrón.Así, que de amenazas, nada. Y de ‘vendettas’, menos. Y amén.
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