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Negro sobre ‘blanco’

31/03/2019
 Actualizado a 13/09/2019
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Concluyó la crisis. Javier Alfonso Cendón, el secretario del PSOE en la provincia, lleva unas noches durmiendo tranquilo. A pierna suelta dentro de un orden por aquello de los biberones. Ya hay buen rollito. Con Madrid y con Ibán García del Blanco, quien, con igual dedazo con el que se postulaba para León, se va para Europa. A la vista de ello, Cendón ha quedado ungido para acreditarse en el Congreso de los Diputados. Que costó, como diría Crémer, un ojo y la cornea del otro.

Sin que sirva de precedente –menudos son los socialistas para las venganzas– Ferraz respetó los deseos de la militancia leonesa. Castilla y León no es Andalucía, donde Pedro Sánchez se las tiene juradas a Susana Díaz. Sin embargo, con Luis Tudanca es otra cosa. El burgalés reubicado en Villaquilambre por mor de lazos familiares, siempre ha estado, sumiso, a las órdenes del ‘amo’. El cónclave federalista y él no eran ajenos a las aguerridas mesnadas de Cendón, que, muy firmes, estuvieron fortísimos desde el principio. ¿Para qué servía, entonces, coadyuvar a la revuelta?

Dejando a un lado las recientes laudatorias de uno y otro, las espadas siguen en todo lo alto. Como diría el ahora europeizado, es cuestión de tiempo. Quien conozca el percal sabe que don Ibán no olvida ni perdona. Y el ‘agravio’, al margen de su reciente pasaporte bruselense, ha sido importante. A la primera oportunidad que se le presente, levantará la mano, apuntará con el dedo índice y se lo meterá a Cendón por un ojo. Enfrentado a cara de perro con el secretario provincial, estaba dispuesto a pulverizar sin piedad a los afiliados leoneses y asegurarse, contra viento y marea, la credencial para la Carrera de San Jerónimo.

Está clarísimo que las aspiraciones ordenadas de cualquiera son legítimas. Ahora bien, dejan de serlo cuando en unas votaciones democráticas –las primarias del partido– los afiliados le trasladaron a García del Blanco su veredicto. A mano abierta. Vuelva usted mañana, le dijeron. Aún así, lo que no fue de recibo es que, hasta última hora, el exconcejal y unos cuantos más ex de la cosa pública, se desentendiera del sentir general y amenazara, cuarenta y ocho horas antes de la comanda, con que el proceso continuaba y ya se vería cuál era la decisión final de la comisión. El protegido de Sánchez insistía en el incordio público.

Con esa actitud inequívocamente grosera –suponía faltar al respeto a todo un colectivo– Del Blanco ha conseguido el efecto rebote. Si a día de hoy era uno de los repudiados por la formación que lidera Cendón –que sus buenas razones tiene–, después de lo sucedido se ha cavado una profunda tumba. Es algo que suele pasar cuando no se actúa con la caballerosidad exigible.
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