03/01/2023
 Actualizado a 03/01/2023
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No se alarmen, no es mi intención redactar la muy manida columna de opinión de odiadora de la Navidad, disfruto estas fiestas como la mayoría de la gente, comiendo más de lo habitual, bebiendo más de habitual y discutiendo igual que siempre porque una es ‘discutona’ por naturaleza. Sí es cierto que muchas de las tradiciones y eventos de esta época del año merecen una reflexión. Ningún año puedo dejar de pensar lo injusta que es la Navidad para muchos niños y niñas, no me refiero en este caso a la evidente y cruel injusticia del hambre, la enfermedad o la guerra, más cerca de lo que creemos hay mensajes que repetimos cada año que pueden herir a un niño. La cansina advertencia de «hay que ser buenos para que nos traigan muchas cosas los reyes» siempre he creído que además de terriblemente injusta y dañina es totalmente absurda desde el hecho de que en este país los reyes es más fácil que se lleven a que traigan algo. Los niños y niñas ya están sometidos a la sociedad del consumo insaciable, desmedido y contaminante, fábrica de adultos infelices porque lo posible siempre es poco, ya sufren la comparación constante por su altura, complexión, ropa, marcas y teléfono móvil para que además pongamos en Navidad la guinda al pastel diciéndoles con la lógica aplastante de los mensajes navideños que si el poder adquisitivo de sus padres no puede pagar sus deseos es que son peores que la hija de la vecina porque mamá sí se lo puede permitir. Es muy difícil sustraerse de esta rueda consumista, lo sé, lo del capitalismo está muy bien montado, pero se está haciendo tan grande que algún freno debemos ponerle porque no solo destruirá nuestra autoestima, alegría y forma de vida, también acabará con nuestro planeta.

Esta Navidad, por encima de muchas, está desgraciadamente teñida de negro por los asesinatos de once mujeres y dos homicidios que están siendo investigados. Cuarenta y nueve son las mujeres asesinadas a manos de sus parejas o exparejas en lo que va de año y mil ciento ochenta y dos desde que en 2003 comenzaran a contabilizarse los casos. La violencia machista es la violencia que se ejerce sobre las mujeres por el mero hecho de ser mujeres. Si habláramos de otro tipo de violencia que se cobrara tal número de víctimas hablaríamos de terrorismo, pues bien, el terrorismo machista sigue cobrándose la vida de mujeres y en ocasiones de sus hijos en su forma más cruel, la violencia vicaria. Negar la naturaleza estructural de la violencia machista mata y los discursos negacionistas que recientemente han ennegrecido nuestra política blanquean a los asesinos de mujeres. ¿Qué más tiene que ocurrir para luchar de forma unánime y rotunda contra este ataque contra los derechos humanos de las mujeres? El machismo es algo que soportamos todas las mujeres en alguna de sus formas, está enraizado en nuestra sociedad como una mala hierba, sin machismo no existiría la violencia machista que maltrata a las mujeres, por eso los retrocesos que la derecha política, mediática y económica plantea en las políticas de igualdad son peligrosos, tanto que acabamos de vivir la Navidad más negra desde 2003, cuando comenzaron a registrase los asesinatos machistas de forma oficial, con una mujer asesinada cada tres días. No podemos permitir ningún retroceso y aún queda mucho trabajo por hacer si constatamos que solo algo más del 40% de estas mujeres habían denunciado. Por ellas, por las que siguen sufriendo, por todas. Ni un paso atrás.

María Rodríguez es doctora en Veterinaria por la Universidad de León (ULE).
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