07/04/2023
 Actualizado a 07/04/2023
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Me ofrezco a tu memoria,

los ojos de los muertos

a quienes convocaste

son vientos de fiebre,

esconden bajo sus párpados diluvios y luz,

limosnas y lienzos,

y luego llorar, reír,

arrebatar al sol,

a la tierra,

al cereal dorado,

a los trigos blancos y sonoros de la niñez,

y poder decir,

sin acritud:

nos salvaste de los inviernos sin semilla,

suturaste las heridas viejas

y abandonaste, fatigado,

el látigo, el crucifijo y el dolor.
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