pedro-lechuga-mallo2.jpg

Navidad de las narices

08/01/2022
 Actualizado a 08/01/2022
Guardar
Pues ya está. Por fin dejamos atrás a la Navidad de las narices. Hace unos meses pensábamos que la viviríamos con cierta normalidad, pero al final quedará para la historia asociada a ese apéndice que tenemos en mitad de la cara. Los protagonistas de estas fechas navideñas han sido los palitos de los test de antígenos y su travesía por las fosas nasales, regalando unos segundos de intriga y tensión. Esas miradas penetrantes observando si en el test aparecía una o dos rayas, otorgando libertad o arresto domiciliario. La emoción de la Lotería de Navidad quedó en nada respecto a la lotería de antígenos, para la que conseguir jugar no fue fácil, ya que durante algunos días encontrar un test se convirtió en una aventura. El único consuelo que nos queda es habernos librado al menos de que los test de antígenos anales quedaran en una mera anécdota cuando salieron al mercado, porque entonces las experiencias vividas y el título de esta columna serían bastante escatológicos.

No hay peor enemigo que las falsas expectativas, ya que estas generan frustración, que es precisamente lo que ha pasado a muchas personas durante estas fiestas. No estábamos preparados para la montaña rusa de emociones en la que se ha convertido esta Navidad. En primer lugar, enfrentándose al dilema de si realizarse o no unos antígenos, asaltando la duda de si era mejor vivir en la ignorancia o conocer la realidad, aunque este conocimiento acarreara todo tipo de contratiempos. En las pasadas Navidades nadie habría dudado, pero en estas últimas ha sido muy diferente. Y por otro lado, en los casos de los agraciados con las dos rayas en los test de antígenos, en sólo unos segundos tuvieron que asumir que esa comida o cena familiar, que se había convertido en una batalla ganada en la recuperación de la vida pasada, al final se convirtió en una pesadilla llena de soledad y hastío.

Pero si alguien todavía tenía dudas de que la Navidad ya no es lo que era, el cambiazo que nos han dado con ‘El calvo’ de la lotería es otra prueba de ello. Recordarán que durante muchos años el protagonista del anuncio de la lotería nos acompañaba en el inicio de la Navidad. Pues hemos pasado de ‘El calvo’ de la lotería a la calva de Pedroche. Así está el patio. ¿Evolución o involución? Yo no tengo dudas, pero elijan ustedes.

Ahora que ya están guardados en los trasteros los belenes, árboles de Navidad, espumillones y demás elementos decorativos, sólo nos queda esperar que cuando volvamos a rescatarlos, la Navidad de las narices dé paso a la Navidad de las sonrisas.
Lo más leído