Navia: "Me gusta que la cámara sea un instrumento de escucha"

El fotógrafo documental madrileño acude este sábado a las jornadas de Focus para hablar de fotografía y literatura, del tiempo y la memoria, y de su relación cómplice con Julio Llamazares

Joaquín Revuelta
23/11/2018
 Actualizado a 17/09/2019
El fotógrafo documental madrileño, José Manuel Navia, interviene este sábado en las jornadas fotográficas organizadas por Focus. | MIRIAM CHACÓN (ICAL)
El fotógrafo documental madrileño, José Manuel Navia, interviene este sábado en las jornadas fotográficas organizadas por Focus. | MIRIAM CHACÓN (ICAL)
La Asociación Focus de fotógrafos leoneses dedica las Jornadas Fotográficas que se celebrarán este sábado y el domingo en la Casa de las Carnicerías al proyecto ‘León, manjar de reyes’. Este evento se enmarca en las actividades de León, Capital Española de las Gastronomía y contará con la presencia de tres grandes fotógrafos profesionales, como son Tino Soriano, Manu Brabo y José Manuel Navia. Este último protagonizará el sábado a las 19:00 horas una charla abierta y gratuita hasta completar el aforo que ha titulado ‘Espejos con memoria’, donde indagará en un concepto que vertebra buena parte de su obra artística, como es la idea del tiempo asociada a la memoria y que comparten dos lenguajes que en apariencia son diferentes pero que para el fotógrafo madrileño resultan especialmente cercanos e incluso se atreve a decir que hermanos. «Cualquier persona que se dedique a contar cosas, sea a través de la literatura, la pintura, la música, la fotografía o el cine, siempre podría decir que la materia prima de su trabajo es el tiempo. Pero yo creo que esa relación tan estrecha con el tiempo y consecuentemente con la memoria atañe mucho más a la literatura y a la fotografía, desde mi punto de vista. Realmente, en el caso de la fotografía en concreto, la materia prima es el tiempo, incluso técnicamente hablando. Sabes que la fotografía se produce en una fracción de segundo o varios segundos según el tipo de fotografía que sea, pero ya trabajamos con tiempo desde el principio de la técnica. La cámara oscura se basa en eso, en abrir el agujerito y dejar que durante unas fracciones de segundo penetre la luz en el interior para registrar la imagen», explica Navia, que recurre a una cita de la gran fotógrafa Lisette Model para explicar esa relación especial que se produce entre fotografía, tiempo y memoria. «La luz impresiona la película del mismo modo que el tiempo impresiona nuestra memoria». Para Navia, «en el fondo funcionan como una prolongación de nuestra memoria, pues la fotografía es pasado desde el mismo momento en que se hace», argumenta.

El fotógrafo madrileño considera que la fotografía es un medio de expresión sustractivo en vez de aditivo. «Un pintor, un compositor, un escritor pone un lienzo, un pentagrama o un folio en blanco y empieza a llenarlos con las cosas que, de algún modo, tiene en la cabeza. Lo que sucede es que el pintor, el músico o el escritor hacen sus obras añadiendo cosas sobre el blanco; en cambio el fotógrafo, de algún modo cuando coge la cámara y sale a la calle, su partitura, su folio o su lienzo es todo, es el mundo, es la realidad, y entonces fotografiar siempre supone elegir. El mejor fotógrafo es el que es más estricto en su selección. Intentar meter muchos elementos dentro de la imagen es un error. Al final, si miras cualquier exposición antológica, el ochenta o noventa por ciento de las imágenes que quedan, que nos impactan y que se graban en nuestra memoria, que hacemos nuestras, son imágenes muy sencillas», sostiene Navia, para quien el fotógrafo tiene que crear con la cámara una «gramática visual» y en la medida de lo posible lograr que ese mundo lleno de imágenes «sea inteligible», y para ello nada mejor que aplicar una serie de normas visuales. «El aplicar esa gramática al mundo es lo que para mí sería la acción de fotografiar», sostiene. Siempre se ha dicho que el buen fotógrafo tiene la imagen en su cabeza antes de accionar la cámara. «En realidad el fotógrafo lleva las imágenes en su cabeza. Lo que ocurre es que la fotografía también es aprender a jugar con el azar. La fotografía no es solo coger lo que viene de fuera, la fotografía se construye con lo que te da el mundo y con lo que tú proyectas sobre el mundo. En ese punto de encuentro de lo que sale de ti hacia fuera y lo que entra en ti que viene de fuera se produce la fotografía», asegura este fotógrafo documental, para quien lo fantástico es que la realidad siempre te sorprende para bien. «Tú tienes que llevar la cabeza llena de imágenes, pero esas imágenes tienen que ser solo el punto de partida para luego apreciar las que te va a regalar la realidad. Y la realidad siempre es más potente que lo que nosotros podamos llevar en la cabeza».Paisaje y paisanaje. Dos elementos que están siempre presentes en la obra de José Manuel Navia y sobre los que reflexiona diciendo que ambas palabras comparten una misma raíz. «El paisaje solo existe cuando el hombre o la mujer, el ser humano en definitiva, lo mira y lo nombra. Hasta que tú no nombras el paisaje, no existe. Lo que existe es el lugar o el territorio. Pero ya el paisaje implica la mirada del hombre y la habitación del hombre. A mí desde luego me interesa siempre el ser humano, pero no solo su presencia, me interesa también su ausencia. Y me interesa su huella. Yo soy fotógrafo, entre otras cosas, porque me gusta estar con mis semejantes y sobre todo me gusta que me cuenten cosas. No hay nada que me produzca más placer que el hecho de que me cuenten historias. Cuando estoy fotografiando, ese es verdaderamente mi mayor estímulo, no solamente lo que veo sino lo que me cuentan», reconoce Navia, que vuelve a recurrir a una cita del escritor John Berger cuando analiza la obra de un fotógrafo al que admira profundamente y que ha sido una presencia constante en su vida profesional, como es Paul Strand. «Berger viene a decir que Strand no busca tanto el instante decisivo como el instante histórico. Parece algo complicado pero muy hermoso. Intentar que en una fotografía quede algo de la huella del tiempo, de la huella de la historia, aunque sea de la pequeña historia de la que se ocupa la fotografía. Esa idea de sustituir el instante decisivo por el instante histórico me gusta mucho», señala Navia, que ahondando en los comentarios de Berger sobre Strand también quiere hacer mención a otra cita que también le complace sobremanera y que tiene que ver con el hecho de que Strand sitúa la cámara en el lugar del que escucha. «La idea, que me parece muy hermosa, es fotografiar desde el lugar del que escucha, fotografiar desde el lugar donde va a ser contada una historia. Más que donde se va a producir una historia, donde va a ser contada. Me gusta que la cámara sea un instrumento de escucha. Pienso que de ahí procede mi interés por la relación entre fotografía y literatura», asegura Navia.De los literatos con los que ha colaborado el fotógrafo madrileño, Julio Llamazares ocupa sin duda un lugar preferencial. «Julio es un gran amigo y muy cercano, con el que ando siempre en líos, pero además lo que tiene Julio es que es un compinche. Es que hay mucha complicidad entre ambos. Él lo explica siempre de la misma manera cuando dice que ‘tú conectas con determinadas personas cuando emites en la misma frecuencia’, le gusta decir a él. También porque nos interesan realidades muy parecidas. Tenemos los dos esa obsesión por la memoria, por esos mundos que se van. Esa manera un poco romántica de ver la realidad. Eso te une mucho y efectivamente con Julio es una relación especialmente cercana», reconoce el fotógrafo, que se muestra algo perplejo cuando se le pregunta cómo le gustaría que le recordasen como fotógrafo o cómo le gustaría que su importante legado fuera interpretado por las generaciones venideras. «Yo creo que si algo tiene la fotografía, que a mí siempre me ha llenado de satisfacción, es que es un medio relativamente humilde y sobre todo muy generoso, que siempre se presta a todo lo que le piden. Al final lo que te importa es poder compartir con los demás una determinada visión del mundo. El director de cine Mario Camus lo cuenta de forma muy bonita al decir que lo que verdaderamente le haría ilusión es que dentro de muchos años en una filmoteca por ahí perdida proyectaran una de sus películas y alguien entrara después de los títulos de crédito y al verla dijera: ‘esto podría ser de Mario Camus’. Pues a mí me pasa un poco igual, intentar compartir con los demás un punto de vista. Intentar ser uno mismo y que termine quedando un punto de vista personal acerca del mundo y de nuestros semejantes».
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