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Nada es lo que era

22/07/2020
 Actualizado a 22/07/2020
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Nada es lo que era. Los inviernos ya no son lo que eran. Lo dicen los más mayores del pueblo mientras colocan la mano con la palma hacia abajo marcando la altura a la que llegaba una nevada que recuerdan histórica. «Jamás volví a ver tanta nieve aquí como entonces». Tampoco las heladas son lo que eran. Ni el frío se parece a aquel frío. «Cogíamos los chupiteles de hielo que salían en los lavaderos, los chupábamos y andábamos con unos mocos que nos llegaban hasta aquí», dicen colocando el dedo índice a la altura de la barbilla al tiempo que arrugan la nariz. De aquellos fríos que nunca volvieron les quedó también la imagen de sus madres con las manos rojas al romper la capa de hielo que cubría la pila de lavar para poder meter a remojo los lienzos apiezados. Por fortuna, la mujer no es lo que era. «¡Uy! Aquellas mujeres...», dicen levantando la gorra y rascando los cuatro pelos que resisten cubriendo la sesera. Los hombres no son lo que eran. «Eran otros tiempos». El trabajo en el campo no es lo que era. «Tú mira que cuando íbamos a vendimiar la cepa más alta nos llegaba por aquí», afirman levantando la cacha poco más de un palmo del suelo al que ya no llegan de tanto haber doblado el lomo. Los jornales ahora son sueldos y lo más similar al teletrabajo era ordeñar porque era una tarea que siempre se hacía en casa. No son lo que eran como tampoco lo son las riadas. «¡Dónde vas a parar! Si el agua no llegó hasta el mismísimo pueblo por poco», comentan estirando un brazo y poniendo tope con la mano del otro a la altura del codo. ¿Y las fiestas? «Calla, calla. Eso sí que no es lo que era. Aquellos eran bailes, y sin bobadas», afirman poniendo esta vez la cacha sobre el pecho para convertirla en compañera de baile en vez de paseo. El cine no es lo que era y los cantantes tampoco lo son. «Y esos ya no vuelven». Los toreros, los futbolistas y los políticos no son lo que eran. «Por no haber no hay ni mili», espetan levantando un brazo hacia ninguna parte. «Nada es lo que era, menos el verano, ¿o no lo ves?», reconocen al tiempo que pasa una pandilla de una docena de niños en bicicleta a la que miran con la mano de visera a ver si va el nieto suyo. La vieja guardia de la vieja normalidad.
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