20/06/2016
 Actualizado a 14/09/2019
Guardar
Sostiene Odiseas Elitis que la palabra ‘nada’ es la más española que existe, y le atribuye la opinión al hispanista Jean Cassou. Nada. Eso es lo que se pudo colegir del famoso debate ‘a cuatro’ del pasado día 14 de junio entre los líderes políticos, incapaces de salirse del insípido guión marcado por sus equipos de asesores, habitantes de la inopia más profunda. Nada de nada. Nada por aquí, nada por allá. Pero sin chistera final y sin conejo. Sin que aparezca la España viva a la que juran y perjuran servirán si son nombrados para el cargo que pretenden si los españoles lo creemos menester.

Y lo malo es que ahora, y ante el dilema de si votar o abstenerse, hacen que uno sienta una especie de remordimiento incluso antes de tomar una decisión, sea ella la que fuere. Si se vota a cualquiera de los cuatro es seguro haber tirado el voto a la basura puesto que el gobierno va a depender de los trapicheos que bruñan entre ellos a posteriori y con escasa luz; si no se vota, la sensación será de estar traicionando a la democracia. Tantos años anhelando poder elegir, y ahora, no sabe uno a quién. Como le escribía Sartre a Baudelaire ‘El remordimiento es anterior a la culpa’.

Entre la inútil distinción entre hombres y mujeres, y la ciudadanía, las políticas, y demás monsergas verbales pretendidamente progresistas, ninguno de ellos articula un pensamiento coherente y lúcido, ni un programa de acción creíble; no revela de dónde sacará los recursos para financiar sus proyectos. Y ninguno reconoce responsabilidad alguna en los grandes males que nos aquejan: la corrupción, la dependencia de la justicia del poder político, el deterioro de la enseñanza, las puertas giratorias, los privilegios de una minoría a la que aspiran pertenecer un día.

Y si se da traslado de todo ello a León, con la minería en derribo y tan sólo algunos casos de dignidad como el de Juan Carlos Lorenzana, el alcalde de la Pola de Gordón, la ciudad patas arriba, la despoblación de la provincia, la sanidad en ruinas, el obispado renunciando a que el seminario mayor de la plaza de la catedral se convierta en subsede del museo nacional, la Feve en el alero, el AVE a Asturias inundado por el agua que anega el túnel, el conservatorio sin sede, y el Cáliz de doña Urraca como primero e ínclito motivo de cultura, ya el remordimiento se aparece congénito a nuestro ser leonés, hogaño a la deriva.

Sien embargo, la gente no parece sentir remordimiento alguno, dijera lo que dijeran JP Sartre o Jean Cassou. Nada.
Lo más leído